8/02/2018, 19:11
Manase Mogura ya había finalizado los deberes que le correspondían aquel día. Con la caída de un sol que por obvias razones no se podía apreciar, la gente podría encontrarse fácilmente recurriendo a un reloj digital para tener conocimiento de la hora y darse cuenta de que había llegado el momento de cerrar el libro de inventario y dirigirse a un lugar para cenar.
Aquella distinguida tarde llovía con bastante energía, pero el paraguas del chuunin estaba preparado para resistir aquella clase de temporales, sus botas y su abrigo se encargarían del resto. Nada iba a impedir que el muchacho tuviese su cena de carne asada.
Pateando las violentas gotas de lluvia y avanzando bajo el implacable clima, el médico caminaba junto a los edificios que alumbraban la calle con las luces de neón de los carteles. Su recorrido lo obligaría a pasar por el frente del Torreón de la Academia.
Una silueta en la calle llamó su atención, una persona parada bajo la tormenta mirando el edificio. Curioso cuanto menos.
«Aotsuki Ayame.»
Pensó al acercarse un poco pero manteniendo la distancia, pudiendo apreciar que su mirada y atención casi que estaban totalmente destinadas a la Academia. ¿Qué estaba haciendo en ese lugar y a esa hora?
Mogura se acercaría hasta quedar a un par de metros de la chica, su persona sería alumbrada por un letrero de neón y por un par de segundos el ruido de la lluvia sería la banda sonora de la escena.
—Aotsuki Ayame.
Llamaría con su usual tono calmado y su usual expresión de seriedad.
Aquella distinguida tarde llovía con bastante energía, pero el paraguas del chuunin estaba preparado para resistir aquella clase de temporales, sus botas y su abrigo se encargarían del resto. Nada iba a impedir que el muchacho tuviese su cena de carne asada.
Pateando las violentas gotas de lluvia y avanzando bajo el implacable clima, el médico caminaba junto a los edificios que alumbraban la calle con las luces de neón de los carteles. Su recorrido lo obligaría a pasar por el frente del Torreón de la Academia.
Una silueta en la calle llamó su atención, una persona parada bajo la tormenta mirando el edificio. Curioso cuanto menos.
«Aotsuki Ayame.»
Pensó al acercarse un poco pero manteniendo la distancia, pudiendo apreciar que su mirada y atención casi que estaban totalmente destinadas a la Academia. ¿Qué estaba haciendo en ese lugar y a esa hora?
Mogura se acercaría hasta quedar a un par de metros de la chica, su persona sería alumbrada por un letrero de neón y por un par de segundos el ruido de la lluvia sería la banda sonora de la escena.
—Aotsuki Ayame.
Llamaría con su usual tono calmado y su usual expresión de seriedad.
Hablo - Pienso