20/02/2018, 01:09
—Lo siento. Pero creo que eres el verdadero Jin. ¿Pero por qué lo sabes tú también? ¿Y por qué tienes la pieza del puzzle?
Maldito seas una y otra vez Reiji. Tu y tu maldito impulso por corregir a los demás nos había enmarronado aún más. Con cada palabra de la boca de Ayame, con cada una de sus silabas, mi objetivo, lo que único que quería, parecía alejarse. Ellos jamás me ayudarían a encontrar maíz, todo lo contrario, llevaban tiempo impidiendo que yo lo alcanzara. Entre Riko y sus brazos que parecían de acero y no me dejaban avanzar, y el interrogatorio al que tanto Ayame como él me sometían, el tiempo parecía no pasar. Iba a volverme loco. Necesitaba ese maíz.
— La casa trata de enfrentarnos, está jugando con nosotros, tenemos que tener esto en cuenta hasta que consigamos salir. Jin, ¿aún conservas la pieza?
No, no era verdad. La casa no nos odiaba, la casa no intentaba enfrentarnos. ¿Por qué iba a decirnos la casa que confiáramos los unos en los otros si quería enfrentarnos? No era la casa, había un jugador más en aquel tablero al que no conocíamos aún. La casa intentaba ayudarnos, en mi caso me había salvado dos veces, había hecho por mi mucho mas que aquellas personas. De hecho, Juro había intentado matarme mas veces que la casa.
—Si, pero no la toquéis, las piezas están predestinadas, si tocas una que no es vuestra, os volveréis locos, como Juro en la cocina.
— Yo... también tengo una pieza. La encontré en la habitación donde desperté...
Y aunque había intentado matarme, parecía muy cuerdo, así que supuse que la pieza que tenia era su pieza y no la de nadie más. Básicamente, había intentado matarme siendo el mismo. Y encima tenia esa expresión tan inocente y esa voz que parecía asustada. No quería permanecer mas tiempo en la misma habitación que él. Si lo había intentado una vez, nada le impedía hacerlo una segunda.
—Pero... Yo soy Jin. Es decir, yo me siento Jin, pero no pasa nada, no os voy a obligar a creer en mí, yo sé lo que soy... Y si tengo que morir aquí, moriré.
Existía una sola persona en toda Amegakure que fuera prácticamente igual que yo. Solo una. Y esa persona era Jin, mi padre. Lo único que nos diferenciaba era la altura y el color de los ojos, tal vez incluso algunos rasgos faciales difíciles de distinguir para muchos. Pero en aquel estado, en aquel lugar y cubiertos de suciedad, tal vez era imposible distinguirnos, tal vez el fuese Jin, el autentico Jin. Mi padre.
—¿Padre…?
Lancé la pregunta al aire mientras se marchaba, pero entonces, todo empezó a temblar. ¿Era por la falta de maíz? ¿Me había vuelto loco del todo? Sin embargo, no tenía fuerzas para sostenerme, ni a la pared, ni a Riko, ni a nada. Caí al suelo y temblé junto a la casa. Los cuadros empezaron a caer al suelo, y me cubrí haciéndome un ovillo. Entonces, el suelo se abrió y se tragó a Jin.
—!Padre¡,!No¡
Grité, pero no tenia fuerzas para abalanzarme y tenderle la mano. No tenia fuerzas para ponerme en pie. Y ni siquiera estaba seguro de que él fuese el autentico Jin. Sin embargo, desde el momento en el que había dicho que el era Jin, que se sentía Jin, yo había sentido una fuerte presión en el pecho. Tal vez la falta de maíz me estaba haciendo alucinar. Pero no pude controlar mis impulsos.
El temblor no cesó, pero la oscuridad volvió a inundarnos y una risa estridente resonó por todo el lugar. Quería golpear el suelo, quería golpearlo hasta que me sangraran los nudillos, quería golpearlo mientras le gritaba que me devolviera a mi padre, pero ni siquiera tenía fuerzas para mantenerme en pie.
Maldito seas una y otra vez Reiji. Tu y tu maldito impulso por corregir a los demás nos había enmarronado aún más. Con cada palabra de la boca de Ayame, con cada una de sus silabas, mi objetivo, lo que único que quería, parecía alejarse. Ellos jamás me ayudarían a encontrar maíz, todo lo contrario, llevaban tiempo impidiendo que yo lo alcanzara. Entre Riko y sus brazos que parecían de acero y no me dejaban avanzar, y el interrogatorio al que tanto Ayame como él me sometían, el tiempo parecía no pasar. Iba a volverme loco. Necesitaba ese maíz.
— La casa trata de enfrentarnos, está jugando con nosotros, tenemos que tener esto en cuenta hasta que consigamos salir. Jin, ¿aún conservas la pieza?
No, no era verdad. La casa no nos odiaba, la casa no intentaba enfrentarnos. ¿Por qué iba a decirnos la casa que confiáramos los unos en los otros si quería enfrentarnos? No era la casa, había un jugador más en aquel tablero al que no conocíamos aún. La casa intentaba ayudarnos, en mi caso me había salvado dos veces, había hecho por mi mucho mas que aquellas personas. De hecho, Juro había intentado matarme mas veces que la casa.
—Si, pero no la toquéis, las piezas están predestinadas, si tocas una que no es vuestra, os volveréis locos, como Juro en la cocina.
— Yo... también tengo una pieza. La encontré en la habitación donde desperté...
Y aunque había intentado matarme, parecía muy cuerdo, así que supuse que la pieza que tenia era su pieza y no la de nadie más. Básicamente, había intentado matarme siendo el mismo. Y encima tenia esa expresión tan inocente y esa voz que parecía asustada. No quería permanecer mas tiempo en la misma habitación que él. Si lo había intentado una vez, nada le impedía hacerlo una segunda.
—Pero... Yo soy Jin. Es decir, yo me siento Jin, pero no pasa nada, no os voy a obligar a creer en mí, yo sé lo que soy... Y si tengo que morir aquí, moriré.
Existía una sola persona en toda Amegakure que fuera prácticamente igual que yo. Solo una. Y esa persona era Jin, mi padre. Lo único que nos diferenciaba era la altura y el color de los ojos, tal vez incluso algunos rasgos faciales difíciles de distinguir para muchos. Pero en aquel estado, en aquel lugar y cubiertos de suciedad, tal vez era imposible distinguirnos, tal vez el fuese Jin, el autentico Jin. Mi padre.
—¿Padre…?
Lancé la pregunta al aire mientras se marchaba, pero entonces, todo empezó a temblar. ¿Era por la falta de maíz? ¿Me había vuelto loco del todo? Sin embargo, no tenía fuerzas para sostenerme, ni a la pared, ni a Riko, ni a nada. Caí al suelo y temblé junto a la casa. Los cuadros empezaron a caer al suelo, y me cubrí haciéndome un ovillo. Entonces, el suelo se abrió y se tragó a Jin.
—!Padre¡,!No¡
Grité, pero no tenia fuerzas para abalanzarme y tenderle la mano. No tenia fuerzas para ponerme en pie. Y ni siquiera estaba seguro de que él fuese el autentico Jin. Sin embargo, desde el momento en el que había dicho que el era Jin, que se sentía Jin, yo había sentido una fuerte presión en el pecho. Tal vez la falta de maíz me estaba haciendo alucinar. Pero no pude controlar mis impulsos.
El temblor no cesó, pero la oscuridad volvió a inundarnos y una risa estridente resonó por todo el lugar. Quería golpear el suelo, quería golpearlo hasta que me sangraran los nudillos, quería golpearlo mientras le gritaba que me devolviera a mi padre, pero ni siquiera tenía fuerzas para mantenerme en pie.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)