25/02/2018, 21:45
El alma de la kunoichi pareció llenarse de energía al escuchar la respuesta por parte del médico. Entrarían en aquel lugar e inspeccionarían a ver si efectivamente habría o no un fantasma, inmediatamente despues de eso Ayame debería volver a su casa.
Con aquella condición planteada, el dúo avanzó hacía el interior del edificio.
El chuunin siguió a la jinchuuriki saltando el muro, sin dejar atrás su paraguas caminó por la lisa superficie sin mayor problema.
«Cuanta destreza está demostrando Aotsuki Ayame.»
Pensó Mogura al ver a la muchacha desempeñarse en aquel lugar, casi que parecía que se estaba dejando la vida en aquella última misión suicida. No era que su vida dependiese de que completase aquella tarea con éxito, sino de que independientemente de si sobrevivía o no, iba a completarla.
Cuando la fémina comenzó a bandalizar la cerradura, dejaría atrás su paraguas. En ese momento el médico estiraría un poco su brazo para cubrir de la lluvia a la muchacha.
—La verdad es que nunca he hecho algo así. Bueno, no en serio, claro
Mogura miraba con atención por encima del hombro de Ayame como esta trabajaba la cerradura. Realmente parecía que iba a abrirse.
—¡Ya está!
—¡Bien hecho, Ayame-san...!
Comentaría susurrando también pero en un tono jocoso. Ciertamente lo que había hecho era para celebrarlo, pero quizás el contexto no era el mejor.
La puerta se abrió y la oscuridad casi total los recibiría, Mogura recordaría en ese preciso instante la vez que el laberinto los encerró en la completa oscuridad. Pero contrario a aquella vez, ella estaba preparada.
—Menos mal que vengo preparada...
El médico aprovechó el momento para cerrar su paraguas y sacudirle el agua de lluvia tanto como fuese posible antes de adentrarse en el edificio.
—Vale. Lo difícil ya está hecho. Ya estamos dentro. Ahora debemos ir al tercer piso.
La miró un par de segundos, notándola nerviosa.
—Ayame-san.
Llamó su atención, con un tono un poco serio, el normal de siempre.
—No se podría esperar una menor demostración de habilidad por parte de una kunoichi de tu calibre.
Comentó susurrando con bastante calma. Y después, con un tono jocoso pero igualmente susurrando:
—¡Pero eso no cambia el hecho de que si te atrapan te meterás en problemas...! ¡Debes tranquilizarte o te equivocaras y alguien notara que estas aquí...!
Ya sea las autoridades... o aquello que estaba buscando la joven ninja.
Con aquella condición planteada, el dúo avanzó hacía el interior del edificio.
El chuunin siguió a la jinchuuriki saltando el muro, sin dejar atrás su paraguas caminó por la lisa superficie sin mayor problema.
«Cuanta destreza está demostrando Aotsuki Ayame.»
Pensó Mogura al ver a la muchacha desempeñarse en aquel lugar, casi que parecía que se estaba dejando la vida en aquella última misión suicida. No era que su vida dependiese de que completase aquella tarea con éxito, sino de que independientemente de si sobrevivía o no, iba a completarla.
Cuando la fémina comenzó a bandalizar la cerradura, dejaría atrás su paraguas. En ese momento el médico estiraría un poco su brazo para cubrir de la lluvia a la muchacha.
—La verdad es que nunca he hecho algo así. Bueno, no en serio, claro
Mogura miraba con atención por encima del hombro de Ayame como esta trabajaba la cerradura. Realmente parecía que iba a abrirse.
—¡Ya está!
—¡Bien hecho, Ayame-san...!
Comentaría susurrando también pero en un tono jocoso. Ciertamente lo que había hecho era para celebrarlo, pero quizás el contexto no era el mejor.
La puerta se abrió y la oscuridad casi total los recibiría, Mogura recordaría en ese preciso instante la vez que el laberinto los encerró en la completa oscuridad. Pero contrario a aquella vez, ella estaba preparada.
—Menos mal que vengo preparada...
El médico aprovechó el momento para cerrar su paraguas y sacudirle el agua de lluvia tanto como fuese posible antes de adentrarse en el edificio.
—Vale. Lo difícil ya está hecho. Ya estamos dentro. Ahora debemos ir al tercer piso.
La miró un par de segundos, notándola nerviosa.
—Ayame-san.
Llamó su atención, con un tono un poco serio, el normal de siempre.
—No se podría esperar una menor demostración de habilidad por parte de una kunoichi de tu calibre.
Comentó susurrando con bastante calma. Y después, con un tono jocoso pero igualmente susurrando:
—¡Pero eso no cambia el hecho de que si te atrapan te meterás en problemas...! ¡Debes tranquilizarte o te equivocaras y alguien notara que estas aquí...!
Ya sea las autoridades... o aquello que estaba buscando la joven ninja.
Hablo - Pienso