20/03/2018, 19:12
—¡Oh, vamos! Aún me queda mucho por aprender... Y además...
El tono de la kunoichi tanto en voz y piel cambiaría de un momento a otro cuando esta se volviese hacía él con un dedo en alto.
—A-ya-me.
Corrigió la muchacha, con respecto a la forma en la que el médico se dirigía hacía ella.
—¿No crees que ya hemos pasado bastantes cosas como para que me sigas llamando por mi apellido, Mogura-senpai?
—Supongo que si, Ayame-san.
Contestó Mogura, con su usual tono serio y calmado de siempre.
—Pero Daruu-kun... él sí que es alguien increíblemente fuer...
El chuunin escuchaba lo que iba diciendo la chica mientras seguía sus pasos, y casi se la chocaba cuando se detuvo. ¿Qué había pasado con Ayame, se había quedado sin pilas su linterna o algo por el estilo?
O... ¿Oyes... eso...?
Consultó temblorosa. Fue entonces cuando pudo escucharla, aquella melodía de piano que parecía totalmente ajena a la tormenta que afuera estaba azotando Amegakure. Mogura asintió con un gesto de su cabeza. Entrecerró los ojos un poco y trató de afinar su oído tanto como fue posible para determinar una dirección de procedencia.
—S... ¿Sabes si hay... algún aula de música... o algo así...?
—Si existe, no la he visto nunca.
Confesó Mogura dando unos pasos hacía delante, dejando que Ayame le alumbrase con la linterna. Miró entonces hacía la dirección que parecía ser de donde provenía el sonido.
—Una triste melodía de piano.
El tono de la kunoichi tanto en voz y piel cambiaría de un momento a otro cuando esta se volviese hacía él con un dedo en alto.
—A-ya-me.
Corrigió la muchacha, con respecto a la forma en la que el médico se dirigía hacía ella.
—¿No crees que ya hemos pasado bastantes cosas como para que me sigas llamando por mi apellido, Mogura-senpai?
—Supongo que si, Ayame-san.
Contestó Mogura, con su usual tono serio y calmado de siempre.
—Pero Daruu-kun... él sí que es alguien increíblemente fuer...
El chuunin escuchaba lo que iba diciendo la chica mientras seguía sus pasos, y casi se la chocaba cuando se detuvo. ¿Qué había pasado con Ayame, se había quedado sin pilas su linterna o algo por el estilo?
O... ¿Oyes... eso...?
Consultó temblorosa. Fue entonces cuando pudo escucharla, aquella melodía de piano que parecía totalmente ajena a la tormenta que afuera estaba azotando Amegakure. Mogura asintió con un gesto de su cabeza. Entrecerró los ojos un poco y trató de afinar su oído tanto como fue posible para determinar una dirección de procedencia.
—S... ¿Sabes si hay... algún aula de música... o algo así...?
—Si existe, no la he visto nunca.
Confesó Mogura dando unos pasos hacía delante, dejando que Ayame le alumbrase con la linterna. Miró entonces hacía la dirección que parecía ser de donde provenía el sonido.
—Una triste melodía de piano.
Hablo - Pienso