25/03/2018, 23:11
Ensimismada por el paisaje, Ryuko prosiguió su viaje hasta la aldea de Yachi una vez ya localizada. Sin mucha prisa, deteniéndose en ocasiones para contemplar el paisaje, en una ocasión dio una vuelta sobre si misma extendiendo los brazos y riendo; el aire puro de la montaña mezclado con el de la lluvia ofrecía una muy agradable y refrescante sensación.
— Esto es increíble...
Se detuvo también en una ocasión, colocándose de cuclillas para oler y observar las flores locales de los alrededores de Yachi. Alzó nuevamente la vista observando el cielo que comenzaba a volver a nublarse, y retomó su camino.
— Me encanta la lluvia de estas tierras... Pero jamas esperaba que el cielo azul y el sol fueran tan bonitos también...
Ya en las cercanías, la joven saludaba a los agricultores con una sonrisa de oreja a oreja mientras avanzaba por el camino que cruzaba hasta Yachi todos los campos. Los agricultores le respondían alegres, contagiados por la joven kunoichi sin preocupaciones aparentes. Una vez ya dentro del pequeño pueblo, Ryuko debía ceñirse a buscar las semillas, hojas y hierbas de té que su maestro le había pedido.
— Bueno... En ningún momento me dijo lo que debía tardar... — Un apetecible puesto de comida local amenazaba a Ryuko con un gran y apetitoso olor.
— Esto es increíble...
Se detuvo también en una ocasión, colocándose de cuclillas para oler y observar las flores locales de los alrededores de Yachi. Alzó nuevamente la vista observando el cielo que comenzaba a volver a nublarse, y retomó su camino.
— Me encanta la lluvia de estas tierras... Pero jamas esperaba que el cielo azul y el sol fueran tan bonitos también...
Ya en las cercanías, la joven saludaba a los agricultores con una sonrisa de oreja a oreja mientras avanzaba por el camino que cruzaba hasta Yachi todos los campos. Los agricultores le respondían alegres, contagiados por la joven kunoichi sin preocupaciones aparentes. Una vez ya dentro del pequeño pueblo, Ryuko debía ceñirse a buscar las semillas, hojas y hierbas de té que su maestro le había pedido.
— Bueno... En ningún momento me dijo lo que debía tardar... — Un apetecible puesto de comida local amenazaba a Ryuko con un gran y apetitoso olor.