18/04/2018, 00:06
Yui, atónita, asistió a aquél vergonzoso espectáculo. Primero, se notó en el color de su piel. Pasó a blanco, luego al tono normal, luego a rojo, luego a un morado extraño. Las venas de su cuello se inflaron como si estuvieran a punto de explotar. Se levantó, retirando la silla de golpe, de un salto puso los pies en la mesa, luego bajó, liberó dos wakizashis y corrió hacia Ayame.
—¡NIÑATA INSOLENTE! ¡CÓMO TE ATREVES, HIJADEPUTA! —gritó, y con un fluido movimiento en forma de tijera, cortó la cabeza de la muchacha.
—¡NIÑATA INSOLENTE! ¡CÓMO TE ATREVES, HIJADEPUTA! —gritó, y con un fluido movimiento en forma de tijera, cortó la cabeza de la muchacha.