19/04/2018, 13:49
(Última modificación: 19/04/2018, 16:11 por Aotsuki Ayame.)
La temperatura del despacho descendió varios grados repentinamente, antes incluso de que la puerta se abriera. Aotsuki Kōri entró en el despacho de la Arashikage y le dedicó una sonada inclinación de cabeza antes de mirar a su alrededor. Allí estaban también Manase Mogura, al cual recordaba de la misión de rescate en la guarida de los Kajitsu Hōzuki, y...
A otra Yui, arrodillada en el suelo, que le apartaba la mirada deliberadamente.
El Hielo entrecerró los ojos, extrañado ante aquella visión, pero, carente de cualquier tipo de expresión, se volvió hacia la verdadera Yui.
—¿Me ha mandado llamar, Arashikage-sama?
Yui no tardó en ponerle al corriente de la situación. Durante todo el tiempo que estuvo hablando, Kōri la escuchó con atención sin interrumpirla en ningún momento. Su rostro no varió ni un ápice durante todas aquellas revelaciones, ni siquiera cuando fue informado de que la Yui que se encontraba arrodillada cerca de él era, en realidad su hermana pequeña.
Aunque... ¿qué pintaba Manase Mogura en todo aquello?
—Lo que cuenta Ayame sobre la misión en Coladragón es cierto —asintió, solo una vez le fue concedido el turno de palabra—. Cuando completamos la misión ya era muy tarde para volver a Amegakure, así que pasamos la noche en una posada de la ciudad. Pero cuando nos dirigíamos a las habitaciones, Amedama Daruu lanzó una bola de fuego a Ayame. Daruu-kun no conoce el Katon, por lo que mi primera impresión fue que se trataba de alguna trampa. Pero él demostró que seguía siendo él mismo, y afirmó que Uchiha Datsue, el shinobi de Uzushiogakure contra el que se enfrentó en el torneo, debía de haberle sellado aquella técnica en un encuentro con él. Después de aquello les advertí que no se dejaran tocar por él, pero...
Kōri se volvió hacia la supuesta Ayame, temblorosa en el suelo.
—Ayame —la llamó, y ella se estremeció. Pero seguía sin dirigirle la mirada—. ¿Te encontraste con Uchiha Datsue recientemente?
—Sí... En Tane-Shigai, en el País de los Bosques... Pero fue antes de la misión...
—¿Y te tocó?
Ayame tardó algunos segundos en responder, rememorando todo el encuentro con aquel endemoniado Uchiha.
—Creo... que me apoyó la mano en el hombro...
Kōri asintió quedamente, y entonces se volvió diligente hacia Yui.
—Ayame es una chiquilla, Arashikage-sama. Es infantil, caprichosa y asustadiza —dijo, y su hermana, en el suelo, se encogió sobre sí misma—. Pero jamás se le ocurriría reírse ni faltar el respeto a un cargo superior. Mucho menos a usted. Así ha sido educada, y si se diera el caso de que, por cualquier razón, llegara a hacerlo...
»Nosotros mismos, su familia, nos haríamos cargo de que algo así no volviera a repetirse —concluyó, y su voz fue tan contundente como el choque de un iceberg.
A otra Yui, arrodillada en el suelo, que le apartaba la mirada deliberadamente.
El Hielo entrecerró los ojos, extrañado ante aquella visión, pero, carente de cualquier tipo de expresión, se volvió hacia la verdadera Yui.
—¿Me ha mandado llamar, Arashikage-sama?
Yui no tardó en ponerle al corriente de la situación. Durante todo el tiempo que estuvo hablando, Kōri la escuchó con atención sin interrumpirla en ningún momento. Su rostro no varió ni un ápice durante todas aquellas revelaciones, ni siquiera cuando fue informado de que la Yui que se encontraba arrodillada cerca de él era, en realidad su hermana pequeña.
Aunque... ¿qué pintaba Manase Mogura en todo aquello?
—Lo que cuenta Ayame sobre la misión en Coladragón es cierto —asintió, solo una vez le fue concedido el turno de palabra—. Cuando completamos la misión ya era muy tarde para volver a Amegakure, así que pasamos la noche en una posada de la ciudad. Pero cuando nos dirigíamos a las habitaciones, Amedama Daruu lanzó una bola de fuego a Ayame. Daruu-kun no conoce el Katon, por lo que mi primera impresión fue que se trataba de alguna trampa. Pero él demostró que seguía siendo él mismo, y afirmó que Uchiha Datsue, el shinobi de Uzushiogakure contra el que se enfrentó en el torneo, debía de haberle sellado aquella técnica en un encuentro con él. Después de aquello les advertí que no se dejaran tocar por él, pero...
Kōri se volvió hacia la supuesta Ayame, temblorosa en el suelo.
—Ayame —la llamó, y ella se estremeció. Pero seguía sin dirigirle la mirada—. ¿Te encontraste con Uchiha Datsue recientemente?
—Sí... En Tane-Shigai, en el País de los Bosques... Pero fue antes de la misión...
—¿Y te tocó?
Ayame tardó algunos segundos en responder, rememorando todo el encuentro con aquel endemoniado Uchiha.
—Creo... que me apoyó la mano en el hombro...
Kōri asintió quedamente, y entonces se volvió diligente hacia Yui.
—Ayame es una chiquilla, Arashikage-sama. Es infantil, caprichosa y asustadiza —dijo, y su hermana, en el suelo, se encogió sobre sí misma—. Pero jamás se le ocurriría reírse ni faltar el respeto a un cargo superior. Mucho menos a usted. Así ha sido educada, y si se diera el caso de que, por cualquier razón, llegara a hacerlo...
»Nosotros mismos, su familia, nos haríamos cargo de que algo así no volviera a repetirse —concluyó, y su voz fue tan contundente como el choque de un iceberg.