20/04/2018, 23:45
Amekoro Yui asistió impaciente a las explicaciones de Kōri y al intercambio de preguntas entre él y su hermana. Aún cuando el Hielo acabó de excusarla, Yui se mantuvo impasible, intercambiando miradas entre los dos miembros de la familia Aotsuki. Finalmente, cerró los ojos, respiró hondo y declaró:
—Está bien. Kōri-kun, por favor, sal de la habitación y avisa a Shanise. Que venga a verme dentro de una hora. Tenemos una carta que escribirle al imberbe que han colocado ahora en Uzushiogakure. —Yui se levantó y se dio la vuelta, mirando a la cristalera—. En cuanto a ti, Ayame... Está bien. No has sido tú. Pero tú y Mogura os váis a quedar aquí, porque... tengo algo más que hablar con vosotros dos.
»Avisadme cuando se le quite a la niña la transformación, porque como vuelva a mirarla directamente le parto la boca.
Mogura y Ayame estaban sentados de forma muy educada frente al escritorio de Yui, que pasaba la mirada de Mogura a Ayame, de Ayame a Mogura, y de Mogura a Ayame, donde la mantenía unos segundos y apreciaba el cambio a mejor en su aspecto.
Cuando se tranquilizó del todo —todo lo que podía estar, y no tardaría en volver a exaltarse, tan sólo esperad—, la mujer posó la mano encima del monitor que tenía enfrente y dijo:
—Bien, ¿me podéis explicar qué hacíais anoche en la Torre de la Academia? —dijo—. Y no se os ocurra decirme que no estuvisteis allí, porque...
Yui giró el monitor. Hasta diez grabaciones de las cámaras de la torre mostraban a los dos ninjas husmeando por los pasillos. En una de ellas, estaban abriendo la cerradura de la puerta principal.
—¡Qué cojones! Osea, ¿pero por qué coño hacéis esto? ¿¡Estábais buscando pergaminos secretos de la villa que robar!?
»¿¡O sólo es una trastada de genin!? ¡Sí, de genin! Mogura, eres un chūnin, ¿este es el ejemplo que das? ¡Debería quitarte la placa!
—Está bien. Kōri-kun, por favor, sal de la habitación y avisa a Shanise. Que venga a verme dentro de una hora. Tenemos una carta que escribirle al imberbe que han colocado ahora en Uzushiogakure. —Yui se levantó y se dio la vuelta, mirando a la cristalera—. En cuanto a ti, Ayame... Está bien. No has sido tú. Pero tú y Mogura os váis a quedar aquí, porque... tengo algo más que hablar con vosotros dos.
»Avisadme cuando se le quite a la niña la transformación, porque como vuelva a mirarla directamente le parto la boca.
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Mogura y Ayame estaban sentados de forma muy educada frente al escritorio de Yui, que pasaba la mirada de Mogura a Ayame, de Ayame a Mogura, y de Mogura a Ayame, donde la mantenía unos segundos y apreciaba el cambio a mejor en su aspecto.
Cuando se tranquilizó del todo —todo lo que podía estar, y no tardaría en volver a exaltarse, tan sólo esperad—, la mujer posó la mano encima del monitor que tenía enfrente y dijo:
—Bien, ¿me podéis explicar qué hacíais anoche en la Torre de la Academia? —dijo—. Y no se os ocurra decirme que no estuvisteis allí, porque...
Yui giró el monitor. Hasta diez grabaciones de las cámaras de la torre mostraban a los dos ninjas husmeando por los pasillos. En una de ellas, estaban abriendo la cerradura de la puerta principal.
—¡Qué cojones! Osea, ¿pero por qué coño hacéis esto? ¿¡Estábais buscando pergaminos secretos de la villa que robar!?
»¿¡O sólo es una trastada de genin!? ¡Sí, de genin! Mogura, eres un chūnin, ¿este es el ejemplo que das? ¡Debería quitarte la placa!