21/04/2018, 20:22
(Última modificación: 21/04/2018, 20:24 por Manase Mogura.)
Por supuesto que lo que decía Manase Mogura tenía sentido, no lo habría soltado delante de su Kage si fuese de otra manera. Pero para estar totalmente tranquila consigo misma, solicitó la presencia del hermano de Ayame.
El despacho de Yui solía ser frío, debido probablemente a la altura a la que se encontraba o porque quizás, a modo de entrenamiento, la mujer desistía de la idea de calefaccionar el área. Pero cuando el jounin se fue aproximando, la temperatura pareció descender un poco más.
El shinobi no perdió tiempo alguno en cuanto fue puesto en contexto. Emitió un reporte breve pero preciso de lo que había sucedido durante su tiempo en Coladragón.
Uchiha Datsue.
Parecía que el nombre de aquel personaje merecería la pena de ser recordado. Mogura asumió que si Uchiha Akame seguía llamándose como siempre, se trataba de dos personas diferentes.
Aotsuki Kōri había dejado el despacho y la dupla había vuelto a quedar a solar con la Arashikage. Hubo un momento en que tuvieron que esperar, momento en que su capacidad de mantener una buena postura fue puesta a prueba. Por suerte para Mogura, aquel ejercicio lo tenía más que sabido.
—Bien, ¿me podéis explicar qué hacíais anoche en la Torre de la Academia? Y no se os ocurra decirme que no estuvisteis allí, porque...
La mujer había puesto una mano sobre su escritorio y antes de terminar lo que iba a decir, giró la pantalla. Ayame parecía bastante avergonzada por lo que estaba viendo. Mogura por su parte se mantenía expectante a las grabaciones, casi admirando nuevamente el momento en que la kunoichi violó la seguridad de la institución.
—¡Qué cojones! Osea, ¿pero por qué coño hacéis esto? ¿¡Estábais buscando pergaminos secretos de la villa que robar!?
De ninguna manera, Arashikage-sama.
Apresuró a decir. Mientras Ayame negaba con un gesto de la cabeza.
—¿¡O sólo es una trastada de genin!? ¡Sí, de genin! Mogura, eres un chūnin, ¿este es el ejemplo que das? ¡Debería quitarte la placa!
El rostro serio de Mogura no se alteró por aquellas palabras. Las palabras de su Kage estaban cargadas con su usual sentimentalismo, pero no por eso carecían de razón. La situación se habría vuelto más delicada, tenía que pensar lo que iba a decir, o de otra manera saldría de ese lugar sin su placa y su chaleco, probablemente sin un oficio.
Estaba a punto de dejar escapar una palabras de sus labios cuando, de repente...
—Es culpa mía, Arashikage-sama
El médico miró a la fémina con los ojos abierto más de lo normal.
Yo convencí a Mogura-senpai de que me acompañara porque me... me daba miedo ir sola... Pero... p... puedo explicarlo...
En ese momento en que Mogura trataba de balancearse en la cuerda floja, Ayame vino con el mayor envión posible y lo empujo al vacío, asegurándose antes de quitar la red. El corazón del chuunin, o quizás ya no chuunin, comenzaba a latir con un poco más de energía.
—Verá, Arashikage-sama... Últimamente había rumores acerca de la Torre de la Academia... Rumores acerca de que... había fantasmas en el tercer piso...
Se habría dado una palmada en al frente si hubiese podido, aunque también habría empujado a la chica por el balcón. Cada palabra que Ayame decía era un clavo más sobre su ataúd. La sinceridad de esa muchacha le estaba condenando a vivir como un civil el resto de sus días.
—Arashikage-sama... ¿Las grabaciones poseen un archivo de audio?
Consultó Mogura, en un intento de que le dejase explicar lo que estaba sucediendo. Sin duda alguna una pista de sonido ayudaría enormemente a explicar que había sucedido en aquel lugar.
El despacho de Yui solía ser frío, debido probablemente a la altura a la que se encontraba o porque quizás, a modo de entrenamiento, la mujer desistía de la idea de calefaccionar el área. Pero cuando el jounin se fue aproximando, la temperatura pareció descender un poco más.
El shinobi no perdió tiempo alguno en cuanto fue puesto en contexto. Emitió un reporte breve pero preciso de lo que había sucedido durante su tiempo en Coladragón.
Uchiha Datsue.
Parecía que el nombre de aquel personaje merecería la pena de ser recordado. Mogura asumió que si Uchiha Akame seguía llamándose como siempre, se trataba de dos personas diferentes.
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Aotsuki Kōri había dejado el despacho y la dupla había vuelto a quedar a solar con la Arashikage. Hubo un momento en que tuvieron que esperar, momento en que su capacidad de mantener una buena postura fue puesta a prueba. Por suerte para Mogura, aquel ejercicio lo tenía más que sabido.
—Bien, ¿me podéis explicar qué hacíais anoche en la Torre de la Academia? Y no se os ocurra decirme que no estuvisteis allí, porque...
La mujer había puesto una mano sobre su escritorio y antes de terminar lo que iba a decir, giró la pantalla. Ayame parecía bastante avergonzada por lo que estaba viendo. Mogura por su parte se mantenía expectante a las grabaciones, casi admirando nuevamente el momento en que la kunoichi violó la seguridad de la institución.
—¡Qué cojones! Osea, ¿pero por qué coño hacéis esto? ¿¡Estábais buscando pergaminos secretos de la villa que robar!?
De ninguna manera, Arashikage-sama.
Apresuró a decir. Mientras Ayame negaba con un gesto de la cabeza.
—¿¡O sólo es una trastada de genin!? ¡Sí, de genin! Mogura, eres un chūnin, ¿este es el ejemplo que das? ¡Debería quitarte la placa!
El rostro serio de Mogura no se alteró por aquellas palabras. Las palabras de su Kage estaban cargadas con su usual sentimentalismo, pero no por eso carecían de razón. La situación se habría vuelto más delicada, tenía que pensar lo que iba a decir, o de otra manera saldría de ese lugar sin su placa y su chaleco, probablemente sin un oficio.
Estaba a punto de dejar escapar una palabras de sus labios cuando, de repente...
—Es culpa mía, Arashikage-sama
El médico miró a la fémina con los ojos abierto más de lo normal.
Yo convencí a Mogura-senpai de que me acompañara porque me... me daba miedo ir sola... Pero... p... puedo explicarlo...
En ese momento en que Mogura trataba de balancearse en la cuerda floja, Ayame vino con el mayor envión posible y lo empujo al vacío, asegurándose antes de quitar la red. El corazón del chuunin, o quizás ya no chuunin, comenzaba a latir con un poco más de energía.
—Verá, Arashikage-sama... Últimamente había rumores acerca de la Torre de la Academia... Rumores acerca de que... había fantasmas en el tercer piso...
Se habría dado una palmada en al frente si hubiese podido, aunque también habría empujado a la chica por el balcón. Cada palabra que Ayame decía era un clavo más sobre su ataúd. La sinceridad de esa muchacha le estaba condenando a vivir como un civil el resto de sus días.
—Arashikage-sama... ¿Las grabaciones poseen un archivo de audio?
Consultó Mogura, en un intento de que le dejase explicar lo que estaba sucediendo. Sin duda alguna una pista de sonido ayudaría enormemente a explicar que había sucedido en aquel lugar.
Hablo - Pienso