21/04/2018, 21:09
Mogura no habló. Yui no respondió.
El rostro de la Arashikage volvía a enrojecerse por momentos. Su pecho subía y bajaba con cada respiración, y a Ayame le pareció que esta borbotaba en su garganta.
—Sí, y tranquilo, lo he estado escuchando. Con tooodo lujo de detalles —dijo Yui cerrando los ojos y asintiendo un par de veces. Y Ayame se inclinó hacia delante con expectación. ¡Eso quería decir que había escuchado tanto la melodía del piano como los llantos de Hanako-san!—. Tranquilos, se lo que ha pasado allí dentro. Ya está todo aclarado con la explicación de Ayame.
Se hizo un breve silencio mientras Ayame, junto a Mogura, esperaba algún tipo de aclaración sobre lo que ocurría en la Academia. Algo. Lo que fuera. Sin embargo, lo que obtuvieron fue algo muy diferente...
—¡De modo que una chiquilla inmadura y asustadiza que cree en fantasmas creyó oir algo, ¿eh?
—¡No...!
—Y el chūnin benevolente decidió también seguir el rollo y entrar con ella, ¿eh? ¡Y claro, como en el fondo sigue siendo un niño, al final la sugestión hizo el resto! Tranquilos. Os voy a mandar a investigar a un sitio donde también dicen que hay fantasmas. ¡Así estaréis entretenidos, eh!
Ayame sentía unas terribles ganas de llorar. Como si se estuviera dirigiendo a la horca, arrastraba los pies detrás de Yui entre pasos lentos y premeditados, con los ojos llenos de lágrimas. En ningún momento miró a Mogura, muerta de vergüenza como estaba.
Al final, su inesquivable destino les alcanzó. La cerradura se abrió con un terrorífico chirrido, y la Arashikage abrió la puerta de una de las celdas de la Torre de la Arashikage.
—¡Hala, a disfrutar del mundo de lo desconocido! —exclamó, con tono burlón, mientras les invitaba a pasar a lo que sería su habitación durante tres largos días y tres largas noches—. Tantas personas han muerto en estas celdas... —añadió, con un escalofriante tono de voz que le puso la piel de gallina en el acto—. ¡...todos los que trataban de traicionar a Oonori-sama!
—Pero, Yui-sam...
—Le diré a Shanise que... os traiga alguna empanadilla de vez en cuando —la interrumpió la Arashikage, dirigiéndose hacia la gruesa puerta de metal—. ¡¡Hasta dentro de tres días, chicooos!!
Y con un terrible bandazo, la puerta selló la celda. Ayame se sentó en un rincón, abrazándose las rodillas con pesar.
¿Cómo iba a explicárselo a su padre? Sin duda, Yui le pondría al corriente de todo lo ocurrido, tanto de su transformación como de la incursión nocturna a la academia. De sólo imaginar la cara con la que la recibiría pasados aquellos tres días...
—Soy el agua... no podéis encerrarme... —susurró para sí, apretando los dientes. Si aquella situación fuera distinta, Ayame podría escapar de allí fácilmente licuando su cuerpo. ¿Pero para qué iba a cometer aquella locura? Yui se enteraría enseguida, y si no su padre la devolvería allí arrastrándola de la oreja en cuanto apareciera por casa y doblarían su castigo.
No. Definitivamente no valía la pena hacer algo así.
Volvió a suspirar.
—Mogura-senpai... —llamó a su compañero de habitáculo—. ¿Crees que de verdad habrá fantasmas aquí?
El rostro de la Arashikage volvía a enrojecerse por momentos. Su pecho subía y bajaba con cada respiración, y a Ayame le pareció que esta borbotaba en su garganta.
—Sí, y tranquilo, lo he estado escuchando. Con tooodo lujo de detalles —dijo Yui cerrando los ojos y asintiendo un par de veces. Y Ayame se inclinó hacia delante con expectación. ¡Eso quería decir que había escuchado tanto la melodía del piano como los llantos de Hanako-san!—. Tranquilos, se lo que ha pasado allí dentro. Ya está todo aclarado con la explicación de Ayame.
Se hizo un breve silencio mientras Ayame, junto a Mogura, esperaba algún tipo de aclaración sobre lo que ocurría en la Academia. Algo. Lo que fuera. Sin embargo, lo que obtuvieron fue algo muy diferente...
—¡De modo que una chiquilla inmadura y asustadiza que cree en fantasmas creyó oir algo, ¿eh?
—¡No...!
—Y el chūnin benevolente decidió también seguir el rollo y entrar con ella, ¿eh? ¡Y claro, como en el fondo sigue siendo un niño, al final la sugestión hizo el resto! Tranquilos. Os voy a mandar a investigar a un sitio donde también dicen que hay fantasmas. ¡Así estaréis entretenidos, eh!
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Ayame sentía unas terribles ganas de llorar. Como si se estuviera dirigiendo a la horca, arrastraba los pies detrás de Yui entre pasos lentos y premeditados, con los ojos llenos de lágrimas. En ningún momento miró a Mogura, muerta de vergüenza como estaba.
Al final, su inesquivable destino les alcanzó. La cerradura se abrió con un terrorífico chirrido, y la Arashikage abrió la puerta de una de las celdas de la Torre de la Arashikage.
—¡Hala, a disfrutar del mundo de lo desconocido! —exclamó, con tono burlón, mientras les invitaba a pasar a lo que sería su habitación durante tres largos días y tres largas noches—. Tantas personas han muerto en estas celdas... —añadió, con un escalofriante tono de voz que le puso la piel de gallina en el acto—. ¡...todos los que trataban de traicionar a Oonori-sama!
—Pero, Yui-sam...
—Le diré a Shanise que... os traiga alguna empanadilla de vez en cuando —la interrumpió la Arashikage, dirigiéndose hacia la gruesa puerta de metal—. ¡¡Hasta dentro de tres días, chicooos!!
Y con un terrible bandazo, la puerta selló la celda. Ayame se sentó en un rincón, abrazándose las rodillas con pesar.
¿Cómo iba a explicárselo a su padre? Sin duda, Yui le pondría al corriente de todo lo ocurrido, tanto de su transformación como de la incursión nocturna a la academia. De sólo imaginar la cara con la que la recibiría pasados aquellos tres días...
—Soy el agua... no podéis encerrarme... —susurró para sí, apretando los dientes. Si aquella situación fuera distinta, Ayame podría escapar de allí fácilmente licuando su cuerpo. ¿Pero para qué iba a cometer aquella locura? Yui se enteraría enseguida, y si no su padre la devolvería allí arrastrándola de la oreja en cuanto apareciera por casa y doblarían su castigo.
No. Definitivamente no valía la pena hacer algo así.
Volvió a suspirar.
—Mogura-senpai... —llamó a su compañero de habitáculo—. ¿Crees que de verdad habrá fantasmas aquí?