10/05/2018, 16:45
A diferencia de Etsu, Akane guardo por su parte los modales y la compostura incluso comiendo. Etsu por su parte, actuó como la joven kunoichi, se disponía a devorar el plato como si fuera la ultima comida sobre la faz de la tierra; parecía que llevara semanas, tal vez meses sin probar bocado o en su defecto, alimentándose de insectos y del musgo de las rocas al verlo como dio el primer bocado.
— Pero sera bestia... ¿Es que la gente aquí no tiene modales? — pensó viendo el deplorable espectáculo que Etsu estaba dando agitando los cubiertos, el plato, e incluso el taburete en el que estaba sentado.
Ryuko le observo entre angustiada y asqueada; y su vez, el camarero le devolvió otra mirada a Ryuko que hablaba por si sola. "Tu desde luego no creo que seas quien para hablar; entre los vales de descuento, y como engulles..." Pensó el dueño del establecimiento. Muchos se giraron a observarlo y cuchichear criticándolo, siendo el centro de atención principal. Pero poco después, esa atención se vio redirigida.
Con un fuerte golpe al ser desplazada la puerta, el local se quedo en silencio. Por la puerta entraron dos grandes personas; puede que fueran mitad-humanos y mitad-muebles, u otra opción seria mitad-humanos y mitad-gorilas; ya que sus dimensiones eran descomunales. Se trataban de dos hombres fuertes y musculados, portaban cicatrices por distintas partes de su rostro y seguramente también por su cuerpo.
—¡Al fin te encuentro, desgraciado! — dijo el que estaba mas adelantado. Sus cabellos estaban recogidos en una coleta alta de color oscuro; vestía un elegante kimono de colores azules y en su cintura se podían observar un juego de espadas que seguramente una sola, doblaría el precio de todas las pertenencias de la joven Ryuko. Etsu sin embargo, se limito a ignorarlo. ¿Seria por el hambre o simplemente no le había escuchado? Claro que con el silencio de cementerio que portaba el local en aquel momento, era difícil no haber escuchado una voz tan sonora.
—¡ENANO! ¡MIRAME CUANDO TE HABLO! — Si ahora no lo había escuchado, es porque el pobre chaval estaba sordo sin duda alguna.
—No pienso ir con vosotros, me da igual lo que el abuelo os haya dicho... — Suspiró, y contesto con total arrogancia.
—Criajo malcriado... Vas a aprender a respetar a tus mayores. — respondio chirriando los dientes.
— ¡Pero bueno...! ¿¡Este crío quiere iniciar aquí una pelea de bar por no hacer caso simplemente a su abuelo!? — Ryuko por su parte parecía empezar a enervarse; se había gastado casi todo el dinero que tenia ahorrado en una deliciosa comida para que ahora "dos borrachos" iniciasen una pelea por una tontería. Decidió no inmiscuirse por el momento; no hacía falta ser muy espabilado para saber que si se metía en medio, un golpe de aquellos dos armarios la tumbaría al instante.
—¿Qué vas a hacer...? ¿cortarme?
— Este chaval es tonto.
— Pero sera bestia... ¿Es que la gente aquí no tiene modales? — pensó viendo el deplorable espectáculo que Etsu estaba dando agitando los cubiertos, el plato, e incluso el taburete en el que estaba sentado.
Ryuko le observo entre angustiada y asqueada; y su vez, el camarero le devolvió otra mirada a Ryuko que hablaba por si sola. "Tu desde luego no creo que seas quien para hablar; entre los vales de descuento, y como engulles..." Pensó el dueño del establecimiento. Muchos se giraron a observarlo y cuchichear criticándolo, siendo el centro de atención principal. Pero poco después, esa atención se vio redirigida.
Con un fuerte golpe al ser desplazada la puerta, el local se quedo en silencio. Por la puerta entraron dos grandes personas; puede que fueran mitad-humanos y mitad-muebles, u otra opción seria mitad-humanos y mitad-gorilas; ya que sus dimensiones eran descomunales. Se trataban de dos hombres fuertes y musculados, portaban cicatrices por distintas partes de su rostro y seguramente también por su cuerpo.
—¡Al fin te encuentro, desgraciado! — dijo el que estaba mas adelantado. Sus cabellos estaban recogidos en una coleta alta de color oscuro; vestía un elegante kimono de colores azules y en su cintura se podían observar un juego de espadas que seguramente una sola, doblaría el precio de todas las pertenencias de la joven Ryuko. Etsu sin embargo, se limito a ignorarlo. ¿Seria por el hambre o simplemente no le había escuchado? Claro que con el silencio de cementerio que portaba el local en aquel momento, era difícil no haber escuchado una voz tan sonora.
—¡ENANO! ¡MIRAME CUANDO TE HABLO! — Si ahora no lo había escuchado, es porque el pobre chaval estaba sordo sin duda alguna.
—No pienso ir con vosotros, me da igual lo que el abuelo os haya dicho... — Suspiró, y contesto con total arrogancia.
—Criajo malcriado... Vas a aprender a respetar a tus mayores. — respondio chirriando los dientes.
— ¡Pero bueno...! ¿¡Este crío quiere iniciar aquí una pelea de bar por no hacer caso simplemente a su abuelo!? — Ryuko por su parte parecía empezar a enervarse; se había gastado casi todo el dinero que tenia ahorrado en una deliciosa comida para que ahora "dos borrachos" iniciasen una pelea por una tontería. Decidió no inmiscuirse por el momento; no hacía falta ser muy espabilado para saber que si se metía en medio, un golpe de aquellos dos armarios la tumbaría al instante.
—¿Qué vas a hacer...? ¿cortarme?
— Este chaval es tonto.