31/05/2018, 21:24
El día de ir a la perrera fue un día raro. En un principio, habíamos decidido cogerle una hembra a Datsue para que Stuffy tuviese algo con lo que... entretenerse. Sin embargo, Eri desde el primer momento se había lanzado a un bicho pequeño y de olor a perro maleducado, ese olor lo conocemos los Inuzuka. Ese perro era listo, demasiado listo, había engatusado a la Uzumaki y ésta había obviado todo lo que podía decirle para quedarse con ese.
Se lo había llevado a casa y tras unos días había decidido dárselo a Datsue. A Stuffy no le hacía mucha gracia todo ese asunto, yo no le había dicho nada de que en principio iba a ser una hembra pero ahora tendría que joderse con ese perro que le odiaba por ser más guapo y más fuerte que él. Por suerte, él tampoco me había preguntado.
Ahora estábamos en la puerta de donde Eri, Stuffy con su estupido flequillo tapandole la cicatriz y con la cara de borde.
— Tio, asumelo, es un perro y no te quiere. No puedes ponerte así por cada perro que te odie y pasar una fase emo.
Gruñó algo que no quise ni saber, le ignoré y llamé a la puerta de Eri.
Se lo había llevado a casa y tras unos días había decidido dárselo a Datsue. A Stuffy no le hacía mucha gracia todo ese asunto, yo no le había dicho nada de que en principio iba a ser una hembra pero ahora tendría que joderse con ese perro que le odiaba por ser más guapo y más fuerte que él. Por suerte, él tampoco me había preguntado.
Ahora estábamos en la puerta de donde Eri, Stuffy con su estupido flequillo tapandole la cicatriz y con la cara de borde.
— Tio, asumelo, es un perro y no te quiere. No puedes ponerte así por cada perro que te odie y pasar una fase emo.
Gruñó algo que no quise ni saber, le ignoré y llamé a la puerta de Eri.
—Nabi—