1/06/2018, 15:18
Datsue llevaba una semana entrenando sin descanso. Se levantaba a primera hora de la mañana, se tomaba un fuerte desayuno, y realizaba un Kage Bunshin no Jutsu. Su clon se dirigía entonces a la biblioteca, donde estudiaba las artes del fūinjutsu. Concretamente, fórmulas para romper sellados. También métodos para sellar cosas enormes, como por ejemplo…
… un lago. Había llegado a la conclusión de que combinando el Ippan no Fūinjutsu con el Hakke no Fūin Shiki en un pergamino grande era, quizá, posible. Datsue conocía técnicas del estilo, pero mucho menos poderosas, como el Shishō Fūin Shiki. Dudaba que con aquella sirviese. ¿Y por qué estaba tan obsesionado con sellar un lago? La respuesta era más que obvia.
Su yo real, en cambio, se dirigía a la playa. Alguno se pensaría, viendo que el verano ya se había instalado en la Villa, que iba a tomar el sol. Nada más lejos de la realidad —aunque, en el proceso, sí estaba cogiendo color—. Iba a entrenar. Tras su combate contra Keisuke, se había dado cuenta de que tenía muy poco aguante. Por eso, la primera rutina de su entrenamiento era nadar. Nadar hacia el horizonte, contra las olas, a todo lo que le diesen sus pulmones.
Al mediodía, a comer. Después volvía a la playa, y a practicar técnicas ígneas. O a mejorar su taijutsu combatiendo contra sus propios clones. Así durante siete días, en el que su cuerpo pedía una tregua como un sediento en un desierto agua. Fue entonces cuando le llegó la carta de Eri. Y fue entonces cuando creyó oportuno descansar por un día. En el entrenamiento, era tan importante el trabajo duro como el descanso.
Pero no solo era por eso. Necesitaba rodearse de amigos más que nunca. Algo que en los últimos tiempos había descuidado. Y, quizá tan importante como aquello, descubrió que la había echado de menos. ¿Cuánto hacían que no se veían?
—Desde la famosa fiesta del año pasado —se respondió, mientras leía la carta por segunda vez, tumbado en la cama. No tardó mucho en dormirse.
Datsue avanzaba por las calles de la Villa con paso ligero. A horas tan tempranas, ya hacía calor, y el Uchiha iba vestido con una simple camisa gris de tiras —con la estampa de un zorro delante—, un pantalón corto azul oscuro y sus típicas sandalias. Anudado al cuello, su bandana.
Sus habituales ojeras estaban ligeramente escondidas gracias al moreno que se había conseguido en los últimos días. Tenía moratones en los brazos, callos en las manos y su camiseta dejaba entrever que tenía el pecho vendado. En definitiva, hecho polvo. Estaba hecho polvo pero, por alguna razón, contento.
—Vaya, vaya, vaya —dijo, al verle. Acababa de llamar a la puerta—. Pero si es el gran Nabi-sama y Stuffy. ¿A ti también te han invitado?
Recordó su último encuentro, en donde el Uchiha había jurado vengarse. Después de cómo le había salido la venganza contra Ayame, y de las consecuencias que había sufrido por ello, empezaba a replantearse si aquello era buena idea. Quizá, lo mejor para él y para todos sería, simplemente, pasar página.
… un lago. Había llegado a la conclusión de que combinando el Ippan no Fūinjutsu con el Hakke no Fūin Shiki en un pergamino grande era, quizá, posible. Datsue conocía técnicas del estilo, pero mucho menos poderosas, como el Shishō Fūin Shiki. Dudaba que con aquella sirviese. ¿Y por qué estaba tan obsesionado con sellar un lago? La respuesta era más que obvia.
Su yo real, en cambio, se dirigía a la playa. Alguno se pensaría, viendo que el verano ya se había instalado en la Villa, que iba a tomar el sol. Nada más lejos de la realidad —aunque, en el proceso, sí estaba cogiendo color—. Iba a entrenar. Tras su combate contra Keisuke, se había dado cuenta de que tenía muy poco aguante. Por eso, la primera rutina de su entrenamiento era nadar. Nadar hacia el horizonte, contra las olas, a todo lo que le diesen sus pulmones.
Al mediodía, a comer. Después volvía a la playa, y a practicar técnicas ígneas. O a mejorar su taijutsu combatiendo contra sus propios clones. Así durante siete días, en el que su cuerpo pedía una tregua como un sediento en un desierto agua. Fue entonces cuando le llegó la carta de Eri. Y fue entonces cuando creyó oportuno descansar por un día. En el entrenamiento, era tan importante el trabajo duro como el descanso.
Pero no solo era por eso. Necesitaba rodearse de amigos más que nunca. Algo que en los últimos tiempos había descuidado. Y, quizá tan importante como aquello, descubrió que la había echado de menos. ¿Cuánto hacían que no se veían?
—Desde la famosa fiesta del año pasado —se respondió, mientras leía la carta por segunda vez, tumbado en la cama. No tardó mucho en dormirse.
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Datsue avanzaba por las calles de la Villa con paso ligero. A horas tan tempranas, ya hacía calor, y el Uchiha iba vestido con una simple camisa gris de tiras —con la estampa de un zorro delante—, un pantalón corto azul oscuro y sus típicas sandalias. Anudado al cuello, su bandana.
Sus habituales ojeras estaban ligeramente escondidas gracias al moreno que se había conseguido en los últimos días. Tenía moratones en los brazos, callos en las manos y su camiseta dejaba entrever que tenía el pecho vendado. En definitiva, hecho polvo. Estaba hecho polvo pero, por alguna razón, contento.
—Vaya, vaya, vaya —dijo, al verle. Acababa de llamar a la puerta—. Pero si es el gran Nabi-sama y Stuffy. ¿A ti también te han invitado?
Recordó su último encuentro, en donde el Uchiha había jurado vengarse. Después de cómo le había salido la venganza contra Ayame, y de las consecuencias que había sufrido por ello, empezaba a replantearse si aquello era buena idea. Quizá, lo mejor para él y para todos sería, simplemente, pasar página.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado