9/06/2018, 17:35
—Cuánto tiempo. Ah, ¿esto? Bah—, no es nada. Consecuencia de un nuevo entrenamiento al que me estoy sometiendo. Y vosotros, ¿qué tal? ¿Cómo os va todo?
—Bueno... Bien, yo he estado entrenando un poco, pero la verdad es que necesito un poco de ayuda con el Fuuinjutsu y el Taijutsu, soy un poco desastre...
»Te hemos preparado un regalo, por tu ascensión a Jounin, ¿sabes? Bueno, solo sabemos de ti por lo que cuentan los demás, así que es un poco difícil atinar, ¡eres un chico muy ocupado!
—Ven, que te lo damos.
Eri me hizo menos caso que a un gato de escayola, Datsue al menos me había alabado el bigote. Yo me dediqué a atusarme el bigote en silencio mientras compartían experiencias y planes de futuro incluso rozando el coqueteo.
Ser ignorado era algo a lo que estaba acostumbrado, pero a tener bigote no, así que tenía prioridad en la pirámide de cosas a las que dedicar un pensamiento en esta maravillosa mañana de verano. Stuffy simplemente se sentó tras soltar un bufido y quejarse de lo misero de su existencia y del continuo rehacer de la historia mientras el tiempo pasa sin esperar a nadie llevándose la felicidad de la infancia a un recoveco inalcanzable para sus pobres patas peludas.
—Bueno... Bien, yo he estado entrenando un poco, pero la verdad es que necesito un poco de ayuda con el Fuuinjutsu y el Taijutsu, soy un poco desastre...
»Te hemos preparado un regalo, por tu ascensión a Jounin, ¿sabes? Bueno, solo sabemos de ti por lo que cuentan los demás, así que es un poco difícil atinar, ¡eres un chico muy ocupado!
—Ven, que te lo damos.
Eri me hizo menos caso que a un gato de escayola, Datsue al menos me había alabado el bigote. Yo me dediqué a atusarme el bigote en silencio mientras compartían experiencias y planes de futuro incluso rozando el coqueteo.
Ser ignorado era algo a lo que estaba acostumbrado, pero a tener bigote no, así que tenía prioridad en la pirámide de cosas a las que dedicar un pensamiento en esta maravillosa mañana de verano. Stuffy simplemente se sentó tras soltar un bufido y quejarse de lo misero de su existencia y del continuo rehacer de la historia mientras el tiempo pasa sin esperar a nadie llevándose la felicidad de la infancia a un recoveco inalcanzable para sus pobres patas peludas.
—Nabi—