Los intrépidos

[Uzumaki Eri]

—¿Tú ayuda con el Fuuinjutsu? No sé si creerte — la joven le mostró una medio sonrisa, la verdad es que estaba perdiendo práctica, o quizás es que no se ponía en serio a entrenar, una de dos—. Pero eh, aquí estoy si necesitas una mano. Los últimos meses le he estado dando caña. Incluso inventé un par de técnicas que, humildemente hablando, son la rehostia.

—Espero que me las enseñes algún día —pidió ella, bastante curiosa sobre esas técnicas de la rehostia.

Después venía lo importante, por lo que se habían reunido. Así que tomó a su compañero por el brazo, tomó a Nabi cuando pasaba por su lado con la que tenía libre y los obligó a entrar en casa, dejando la puerta semiabierta para que Stuffy les acompañase.

Una vez hubiera pasado el can, cerraría la puerta y se giraría a sus compañeros.

—Poneos cómodos, voy a por el regalo, que está en la habitación —pidió mientras ella se retiraba hacia el lugar indicado.

Aunque, cuando abrió la habitación...

...Un rayo canela salió de la misma, directamente hacia el sofá, con un calcetín en la boca y cara juguetona. Eri ahogó un grito y se lanzó hacia él, pero no pudo cogerle a la primera. Ese maldito perro era bastante hábil.