4/07/2018, 17:36
(Última modificación: 4/07/2018, 17:37 por Inuzuka Nabi.)
Me levanté de mi asiento tan rápido como me había sentado, ¡pues Datsue no se acababa de clonar mágicamente con sus ojos mágicos también clonados! Nada bueno me auguraba esa escena. Pero fue demasiado tarde.
De repente, nos tele-transportamos al mundo de Chuchelandia, donde puedes volar por el cielo libremente, atravesar paredes y, en general, ser fantasmas. En el caso de Datsue, más fantasma.
— Tio, ¿qué clase de droga es esta?
Estaba claro que era una ilusión, un Genjutsu, un arte ninja capaz de meterte en un mundo paralelo lleno de todo lo que puedas imaginar. Lo que nunca llegué a entender es que la gente lo usase para hacer cosas malas como paralizar y esas mierdas cuando puedes vivir el sueño, literalmente. Pero decidí dejar las mierdas psicológicas y éticas a un lado porque al parecer Datsue quería contarnos el cuento de como su vida cambió, sin quererlo ni beberlo, llego a ser Datsue el intrépido de Uzushiogakure.
—Este es el dojo donde los shinobis de Ame se instalaron durante el torneo . Aquí empezó todo.
Y volando a velocidad mach 20 nos dirigimos al famoso Torneo de los Dojos, concretamente a una habitación donde se escuchaba de todo menos cosas no-eroticas. Gemidos, risitas y algún que otro refregamiento.
—¿Os lo podéis imaginar? Mi primera vez, con la chica de mis sueños.
— No estás dejando mucho a la imaginación a decir verdad.
Ya que estaba flotando ahí escuchando a Datsue tener lios con vete tú a saber qué chica de sus sueños, lo mínimo sería comentarlo. Por respeto al Uchiha.
—Estaba saliendo todo tan perfecto… Pero entonces…
Ya llevaba un rato escuchando golpeteos pero pensaba que era la pareja que retozaba alegremente en el lavabo. Erré el tiro.
—¡¡¡¡AIKO-SAAAAAAAAAAAAAAN!!!!
Ese grito salía del mismísimo infierno, coreografiado por dos cientos demonios que picaban con sus diminutos pero afilados tridentes contra el suelo al unisono mientras su lider Satanasa usaba sus poderes vocales para reventarme unos tímpanos fantasmales que legalmente no tendría que poder reventarme. Me llevé las manos a los oídos con la esperanza de no atravesarme a mí mismo y mitigar un poco el sonido del mal.
— Joder, Datsue, como te luciste para ser tu primera vez. ¿Quien coño es Aiko-san?
Escuchar un chillido de un nombre en una porno significaba orgasmo, o eso pensaba yo.
De repente, nos tele-transportamos al mundo de Chuchelandia, donde puedes volar por el cielo libremente, atravesar paredes y, en general, ser fantasmas. En el caso de Datsue, más fantasma.
— Tio, ¿qué clase de droga es esta?
Estaba claro que era una ilusión, un Genjutsu, un arte ninja capaz de meterte en un mundo paralelo lleno de todo lo que puedas imaginar. Lo que nunca llegué a entender es que la gente lo usase para hacer cosas malas como paralizar y esas mierdas cuando puedes vivir el sueño, literalmente. Pero decidí dejar las mierdas psicológicas y éticas a un lado porque al parecer Datsue quería contarnos el cuento de como su vida cambió, sin quererlo ni beberlo, llego a ser Datsue el intrépido de Uzushiogakure.
—Este es el dojo donde los shinobis de Ame se instalaron durante el torneo . Aquí empezó todo.
Y volando a velocidad mach 20 nos dirigimos al famoso Torneo de los Dojos, concretamente a una habitación donde se escuchaba de todo menos cosas no-eroticas. Gemidos, risitas y algún que otro refregamiento.
—¿Os lo podéis imaginar? Mi primera vez, con la chica de mis sueños.
— No estás dejando mucho a la imaginación a decir verdad.
Ya que estaba flotando ahí escuchando a Datsue tener lios con vete tú a saber qué chica de sus sueños, lo mínimo sería comentarlo. Por respeto al Uchiha.
—Estaba saliendo todo tan perfecto… Pero entonces…
Ya llevaba un rato escuchando golpeteos pero pensaba que era la pareja que retozaba alegremente en el lavabo. Erré el tiro.
—¡¡¡¡AIKO-SAAAAAAAAAAAAAAN!!!!
Ese grito salía del mismísimo infierno, coreografiado por dos cientos demonios que picaban con sus diminutos pero afilados tridentes contra el suelo al unisono mientras su lider Satanasa usaba sus poderes vocales para reventarme unos tímpanos fantasmales que legalmente no tendría que poder reventarme. Me llevé las manos a los oídos con la esperanza de no atravesarme a mí mismo y mitigar un poco el sonido del mal.
— Joder, Datsue, como te luciste para ser tu primera vez. ¿Quien coño es Aiko-san?
Escuchar un chillido de un nombre en una porno significaba orgasmo, o eso pensaba yo.
—Nabi—