4/07/2018, 18:30
Datsue suspiró. Nabi era el típico chico que se sentaba delante de ti en una sala de cine y, cuando el protagonista moría en una escena tan dramática como épica, te suelta un:
—¡Pues en la segunda revive! No me leí los libros, pero me lo contó una amiga. ¡JAJAJA!
Así de corta rollos era. Por suerte, la ilusión que su Kage Bunshin realizaba a Eri estaba saliendo perfecta. Con sus momentos tensos, sin comentarios inoportunos que chafasen el ambiente.
—Lo entendiste al revés, Nabi —dijo Datsue en la ilusión de éste—. Aiko es la chica con la que estoy, pero la que grita es…
Se oyó un chillido tras el baño. Pasos tambaleantes. Aiko surgió tras el baño, ataviada con una bata que le cubría de cuello a los pies. En realidad, había salido envuelta en una toalla, pero prefería representarla así ante ellos. Sangraba por el pie, por un cristal que acababa de pisar por culpa de…
—…Ayame.
En ese momento, Aiko abrió la puerta y se pudo ver a la kunoichi fielmente representada, con la indumentaria que llevaba por aquel entonces y la bandana en la frente. Y esa sonrisa, inocente, eclipsándolo todo.
—Ho... hola… Soy Ayame, ya sabes, la chica a la que ayudaste a aprender a lanzar shuriken. ¿Te pillo ocupada? Lo siento, no te habría molestado si no fuera una verdadera emergencia...
Y entonces, ambos lo vieron. Vieron como Ayame desviaba la mirada hacia Datsue, al de la ilusión, que había asomado la cabeza para ver quién era. Vieron como Ayame le miraba y…
… y su sonrisa inocente se transformaba en una perversa y maliciosa. Una de esas típicas sonrisas que esbozaban las brujas en las películas de fantasía.
—¿No tendrás una cebolla de sobra?
De nuevo miró a Datsue, y de nuevo esbozó la misma sonrisa de mala. Era como si los hubiese interrumpido a propósito.
—Me estaba haciendo unos... Unos spaguetti a la... a la carbonara —hablaba como si lo estuviese improvisando en el momento—, y resulta que se me ha olvidado comprar cebollas, jeje. Y me he dado cuenta justo cuando he puesto el bacon a freír... ¡Qué cabeza la mía!, ¿verdad? Jeje —Quizá Datsue estaba poniendo unos ligeros matices a la historia… Había pasado casi un año de aquello, después de todo, y no le quedaba más remedio que rellenar con sus sospechas los vacíos en su memoria—. A... ¡Aiko-san, estás sangrando! ¿Te has cortado con algo? ¡Ven, hay que tratarte esa herida!
Miró a Datsue…
—Jeje.
… y de nuevo esbozó esa sonrisa maliciosa.
La escena se agitó de pronto. Aiko le entregó la dichosa cebolla y cerró de un portazo. Se oyó un golpetazo tras el baño, seguido de un aullido de dolor. Un reguero de sangre salió deslizándose por la entrada…
—Y fue en este momento —diría a Eri y Nabi en la ilusión—, cuando decidí vengarme de Aotsuki Ayame.
—¡Pues en la segunda revive! No me leí los libros, pero me lo contó una amiga. ¡JAJAJA!
Así de corta rollos era. Por suerte, la ilusión que su Kage Bunshin realizaba a Eri estaba saliendo perfecta. Con sus momentos tensos, sin comentarios inoportunos que chafasen el ambiente.
—Lo entendiste al revés, Nabi —dijo Datsue en la ilusión de éste—. Aiko es la chica con la que estoy, pero la que grita es…
Se oyó un chillido tras el baño. Pasos tambaleantes. Aiko surgió tras el baño, ataviada con una bata que le cubría de cuello a los pies. En realidad, había salido envuelta en una toalla, pero prefería representarla así ante ellos. Sangraba por el pie, por un cristal que acababa de pisar por culpa de…
—…Ayame.
En ese momento, Aiko abrió la puerta y se pudo ver a la kunoichi fielmente representada, con la indumentaria que llevaba por aquel entonces y la bandana en la frente. Y esa sonrisa, inocente, eclipsándolo todo.
—Ho... hola… Soy Ayame, ya sabes, la chica a la que ayudaste a aprender a lanzar shuriken. ¿Te pillo ocupada? Lo siento, no te habría molestado si no fuera una verdadera emergencia...
Y entonces, ambos lo vieron. Vieron como Ayame desviaba la mirada hacia Datsue, al de la ilusión, que había asomado la cabeza para ver quién era. Vieron como Ayame le miraba y…
… y su sonrisa inocente se transformaba en una perversa y maliciosa. Una de esas típicas sonrisas que esbozaban las brujas en las películas de fantasía.
—¿No tendrás una cebolla de sobra?
De nuevo miró a Datsue, y de nuevo esbozó la misma sonrisa de mala. Era como si los hubiese interrumpido a propósito.
—Me estaba haciendo unos... Unos spaguetti a la... a la carbonara —hablaba como si lo estuviese improvisando en el momento—, y resulta que se me ha olvidado comprar cebollas, jeje. Y me he dado cuenta justo cuando he puesto el bacon a freír... ¡Qué cabeza la mía!, ¿verdad? Jeje —Quizá Datsue estaba poniendo unos ligeros matices a la historia… Había pasado casi un año de aquello, después de todo, y no le quedaba más remedio que rellenar con sus sospechas los vacíos en su memoria—. A... ¡Aiko-san, estás sangrando! ¿Te has cortado con algo? ¡Ven, hay que tratarte esa herida!
Miró a Datsue…
—Jeje.
… y de nuevo esbozó esa sonrisa maliciosa.
La escena se agitó de pronto. Aiko le entregó la dichosa cebolla y cerró de un portazo. Se oyó un golpetazo tras el baño, seguido de un aullido de dolor. Un reguero de sangre salió deslizándose por la entrada…
—Y fue en este momento —diría a Eri y Nabi en la ilusión—, cuando decidí vengarme de Aotsuki Ayame.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado