4/07/2018, 18:47
Cuando Ayame emergió de la puerta, Eri se quedó pálida. Era Aotsuki Ayame, la muchacha que la acompañó en su concurso de música. Era exactamente igual a como la recordaba, el pelo quizá más corto, pero sin duda, era ella. La persona que salió del baño, Aiko, por lo que la pelirroja había podido entender; pareció abrirle de mala gana, acto que Eri comprendía a medias, pero no fue nada de aquello lo que la sorprendió, fue, sin duda, lo que venía a continuación.
—Ho... hola… Soy Ayame, ya sabes, la chica a la que ayudaste a aprender a lanzar shuriken. ¿Te pillo ocupada? Lo siento, no te habría molestado si no fuera una verdadera emergencia...
No sabía ni como, ni por qué, Ayame pareció buscar la mirada del Uchiha de la ilusión, fue algo bastante macabro de ver, sobre todo cuando la sonrisa inocente que caracterizaba a la muchacha permutó a una retorcida, perversa, algo incapaz de ser imaginado para ella. Se mantuvo en silencio, sin saber qué decir, ni que pensar, escuchando la conversación.
—¿No tendrás una cebolla de sobra?
«¿Tanto revuelo... Por una cebolla?» Se preguntó en sus adentros, sin entenderlo.
—Me estaba haciendo unos... Unos spaguetti a la... a la carbonara, y resulta que se me ha olvidado comprar cebollas, jeje. Y me he dado cuenta justo cuando he puesto el bacon a freír... ¡Qué cabeza la mía!, ¿verdad? Jeje A... ¡Aiko-san, estás sangrando! ¿Te has cortado con algo? ¡Ven, hay que tratarte esa herida!
Fue en aquel momento cuando Eri se percató de que el pie de la otra pelirroja sangraba. Miró a Datsue, pero parecía tan ensimismado en su propia ilusión que prefirió no intervenir en sus pensamientos.
Vio como Aiko tomaba una cebolla y se la daba a Ayame, para después cerrar la puerta de un portazo, no entendió lo que vino después, así que se giró a Datsue para escuchar:
—Y fue en este momento, cuando decidí vengarme de Aotsuki Ayame.
Eri frunció el ceño.
—Pero, Datsue, ¿qué tiene que ver esto con lo de... Bueno, con ser genin de nuevo? —preguntó una demasiado dudosa Eri.
—Ho... hola… Soy Ayame, ya sabes, la chica a la que ayudaste a aprender a lanzar shuriken. ¿Te pillo ocupada? Lo siento, no te habría molestado si no fuera una verdadera emergencia...
No sabía ni como, ni por qué, Ayame pareció buscar la mirada del Uchiha de la ilusión, fue algo bastante macabro de ver, sobre todo cuando la sonrisa inocente que caracterizaba a la muchacha permutó a una retorcida, perversa, algo incapaz de ser imaginado para ella. Se mantuvo en silencio, sin saber qué decir, ni que pensar, escuchando la conversación.
—¿No tendrás una cebolla de sobra?
«¿Tanto revuelo... Por una cebolla?» Se preguntó en sus adentros, sin entenderlo.
—Me estaba haciendo unos... Unos spaguetti a la... a la carbonara, y resulta que se me ha olvidado comprar cebollas, jeje. Y me he dado cuenta justo cuando he puesto el bacon a freír... ¡Qué cabeza la mía!, ¿verdad? Jeje A... ¡Aiko-san, estás sangrando! ¿Te has cortado con algo? ¡Ven, hay que tratarte esa herida!
Fue en aquel momento cuando Eri se percató de que el pie de la otra pelirroja sangraba. Miró a Datsue, pero parecía tan ensimismado en su propia ilusión que prefirió no intervenir en sus pensamientos.
Vio como Aiko tomaba una cebolla y se la daba a Ayame, para después cerrar la puerta de un portazo, no entendió lo que vino después, así que se giró a Datsue para escuchar:
—Y fue en este momento, cuando decidí vengarme de Aotsuki Ayame.
Eri frunció el ceño.
—Pero, Datsue, ¿qué tiene que ver esto con lo de... Bueno, con ser genin de nuevo? —preguntó una demasiado dudosa Eri.