4/07/2018, 19:38
—Y normal, compañero, y normal. Hay cosas en esta vida que sencillamente no deberían ser perdonadas. Pero, ¿seguro que no fue una venganza contra ti? Porque tiene pinta de que esa chica te odiaba a muerte, sino ¿por qué iba a cometer tal atrocidad?
¡Al fin alguien que le entendía! ¡Que le apoyaba! ¡Que mostraba empatía y compartía su sufrimiento!
—Pues ni zorra, tío, ni zorra. Yo no la conocía hasta entonces. Que yo sepa. Pero igual… Igual la vi por ahí y pasé de ella o… O igual simplemente le caen mal todos los uzujines —teorizó.
—¿Y dices que esto tiene que ver con tu descenso? Datsue, tio, tiotiotio, ¿qué has hecho?
Mientras tanto, en la otra ilusión…
—Pero, Datsue, ¿qué tiene que ver esto con lo de... Bueno, con ser genin de nuevo?
Datsue les miró a ambos.
—Parece imposible que esté relacionado, ¿verdad? —preguntó. Ni él mismo se creía a veces que aquella piedra en el zapato hubiese desencadenado en una auténtica avalancha—. Acompáñame, pronto lo comprenderás.
Datsue tomó de la mano a Eri y Nabi en las respectivas ilusiones y volvieron a volar. Atravesaron el techo como si de un simple espejismo se tratase —cosa que, de hecho, era—, dejando atrás el valle y sus montañas para adentrarse en el bosque. Concretamente, en Tane-Shigai, la ciudad colgante. Se encontraban en un pequeño parque construido en lo alto de un gigantesco árbol. Olía a verde, a aire puro, a naturaleza.
Datsue se encontraba allí, junto a Ayame. Hablaban.
—¿Veis lo que hago? —preguntó. Quizá Eri lo hubiese visto. En aquel justo momento, el Datsue de la ilusión acababa de sellar una técnica en la kunoichi al estrecharle la mano, sin que ella se enterase—. Acabo de usar el Tensha Fūin para sellar una técnica en ella. Mi venganza. El motivo por el que ya no soy jōnin. Pero antes de pasar al último capítulo, observa…
El Datsue de la ilusión acababa de ofrecer un brick a Ayame. Ella lo aceptó, tragó y tosió.
—¡¡¡¿¿¿QUÉ ME HAS HECHOOOOOOOOOOOO???!!!
De nuevo la misma técnica, el mismo chillido infernal. El Datsue de la ilusión cayó de culo. Ayame siguió gritando. Le acusaba de haber puesto humo en aquel brick. Le insultaba. Le llamaba cobarde.
—He de reconocer que estaba en lo cierto. —Que no se dijese, Uchiha Datsue estaba contando la historia de forma imparcial—. Joder, después de lo que me hizo… Era mi pequeña venganza. Solo era un poco de humo de un cigarrillo, tampoco es que matase a nadie —se excusó.
Ayame siguió gritando. El brick había caído por la barandilla del parque, al fondo del bosque. Se propuso descender para averiguar la realidad del asunto. Lanzando un shuriken a una rama, se lanzó en rapel.
El Datsue de la ilusión, mientras tanto, daba vueltas sobre el sitio, visiblemente nervioso.
—Me puse un poquito nervioso —les diría a Eri y Nabi—. Tengo que reconocerlo. Así que dejé un clon ahí y me largué.
Tal cual lo había narrado, sucedió. Datsue creó un clon, y se largó. Entonces, se oyó un grito. El hilo acababa de romperse, y dejó que Eri y Nabi viesen como Ayame se desplomaba a un par de metros del suelo.
El Datsue de la ilusión ni lo dudó. Imitándola, se lanzó también en picado. Nabi y Eri lo acompañaron, flotando como fantasmas.
—¡¡¡AYAMEEEEE!!!—chillaba el Datsue de la ilusión. Pese a lo que le había hecho, estaba visiblemente preocupado—. ¿Estás bien, Ayame? —gritó de nuevo mientras descendía.
Pero Ayame estaba más que bien. Tenía el brick entre sus manos, y tras una mueca teñida por la rabia…
… sonrió. Sonrió de la misma forma en que lo había hecho en el Valle de los Dojos. Fue en ese momento cuando lanzó una estrella metálica al hilo por el que Datsue descendía, segándolo. El Uchiha se precipitó al vacío, en una caída de por lo menos veinte metros.
—Deuda saldada —oyeron decir a Ayame, justo antes de que Datsue se partiese el cuello contra el suelo y desapareciese en una nube de humo.
¡Al fin alguien que le entendía! ¡Que le apoyaba! ¡Que mostraba empatía y compartía su sufrimiento!
—Pues ni zorra, tío, ni zorra. Yo no la conocía hasta entonces. Que yo sepa. Pero igual… Igual la vi por ahí y pasé de ella o… O igual simplemente le caen mal todos los uzujines —teorizó.
—¿Y dices que esto tiene que ver con tu descenso? Datsue, tio, tiotiotio, ¿qué has hecho?
Mientras tanto, en la otra ilusión…
—Pero, Datsue, ¿qué tiene que ver esto con lo de... Bueno, con ser genin de nuevo?
Datsue les miró a ambos.
—Parece imposible que esté relacionado, ¿verdad? —preguntó. Ni él mismo se creía a veces que aquella piedra en el zapato hubiese desencadenado en una auténtica avalancha—. Acompáñame, pronto lo comprenderás.
Datsue tomó de la mano a Eri y Nabi en las respectivas ilusiones y volvieron a volar. Atravesaron el techo como si de un simple espejismo se tratase —cosa que, de hecho, era—, dejando atrás el valle y sus montañas para adentrarse en el bosque. Concretamente, en Tane-Shigai, la ciudad colgante. Se encontraban en un pequeño parque construido en lo alto de un gigantesco árbol. Olía a verde, a aire puro, a naturaleza.
Datsue se encontraba allí, junto a Ayame. Hablaban.
—¿Veis lo que hago? —preguntó. Quizá Eri lo hubiese visto. En aquel justo momento, el Datsue de la ilusión acababa de sellar una técnica en la kunoichi al estrecharle la mano, sin que ella se enterase—. Acabo de usar el Tensha Fūin para sellar una técnica en ella. Mi venganza. El motivo por el que ya no soy jōnin. Pero antes de pasar al último capítulo, observa…
El Datsue de la ilusión acababa de ofrecer un brick a Ayame. Ella lo aceptó, tragó y tosió.
—¡¡¡¿¿¿QUÉ ME HAS HECHOOOOOOOOOOOO???!!!
De nuevo la misma técnica, el mismo chillido infernal. El Datsue de la ilusión cayó de culo. Ayame siguió gritando. Le acusaba de haber puesto humo en aquel brick. Le insultaba. Le llamaba cobarde.
—He de reconocer que estaba en lo cierto. —Que no se dijese, Uchiha Datsue estaba contando la historia de forma imparcial—. Joder, después de lo que me hizo… Era mi pequeña venganza. Solo era un poco de humo de un cigarrillo, tampoco es que matase a nadie —se excusó.
Ayame siguió gritando. El brick había caído por la barandilla del parque, al fondo del bosque. Se propuso descender para averiguar la realidad del asunto. Lanzando un shuriken a una rama, se lanzó en rapel.
El Datsue de la ilusión, mientras tanto, daba vueltas sobre el sitio, visiblemente nervioso.
—Me puse un poquito nervioso —les diría a Eri y Nabi—. Tengo que reconocerlo. Así que dejé un clon ahí y me largué.
Tal cual lo había narrado, sucedió. Datsue creó un clon, y se largó. Entonces, se oyó un grito. El hilo acababa de romperse, y dejó que Eri y Nabi viesen como Ayame se desplomaba a un par de metros del suelo.
El Datsue de la ilusión ni lo dudó. Imitándola, se lanzó también en picado. Nabi y Eri lo acompañaron, flotando como fantasmas.
—¡¡¡AYAMEEEEE!!!—chillaba el Datsue de la ilusión. Pese a lo que le había hecho, estaba visiblemente preocupado—. ¿Estás bien, Ayame? —gritó de nuevo mientras descendía.
Pero Ayame estaba más que bien. Tenía el brick entre sus manos, y tras una mueca teñida por la rabia…
… sonrió. Sonrió de la misma forma en que lo había hecho en el Valle de los Dojos. Fue en ese momento cuando lanzó una estrella metálica al hilo por el que Datsue descendía, segándolo. El Uchiha se precipitó al vacío, en una caída de por lo menos veinte metros.
—Deuda saldada —oyeron decir a Ayame, justo antes de que Datsue se partiese el cuello contra el suelo y desapareciese en una nube de humo.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado