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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#97
Pasaban los minutos. Lentos. Demasiado lentos. Casi agobiantes.

El brillo esmeralda cubría la habitación en todo su resplandor, opacando la escasa luminosidad que una triste vela colgada de la pared podía ofrecer. Después de todo, aquella anciana no necesitaba la luz puesto que hacía mucho tiempo que había dejado de ver.

Poco a poco, la luz verde se fue apagando, hasta que se convirtió en una débil luciérnaga que terminó por consumirse. Koda apartó las manos de Eri, y si Nabi se acercaba hasta la camilla podría comprobar que, aunque la muchacha seguía inconsciente, la herida se había cerrado por completo. Ya sólo quedaban los restos de sangre alrededor.

—Kawaki, tráeme una gasa y un barreño con agua —habló la anciana, y el hombre junto a Nabi pegó un respingo.

—S... ¡Sí, Koda-sama! —exclamó, antes de perderse por la puerta.

Sólo entonces la mujer dejó escapar un débil y tembloroso suspiro cargado de cansancio antes de sentarse en una silla cercana.



. . .



Stuffy bajó el edificio con todo el sigilo que fue capaz. El suelo crujió bajo sus patas; sin embargo, Doro parecía tan concentrado en escapar que no pareció enterarse de nada.

Como un depredador acechando a su presa, se acercó a él por la espalda y, justo cuando Doro pareció darse cuenta de que algo le perseguía, saltó sobre el brazo que sostenía la maleta.

—¡AGH! ¡MALDITO CHUCHO! ¡DEVUÉLVEME ESO! —exhaló.

Stuffy logró hacerse con la maleta, pero nada evitó que el filo de la lanza arañara una de sus patas de forma superficial. Sangraba, pero por el momento podía seguir moviéndose con la misma eficiencia. La cuestión era... ¿qué haría ahora?

Porque Doro acababa de enarbolar su lanza, harto de que todos sus planes se vieran fracasados por aquel perro, y se había lanzado contra el animal para asestar un nuevo corte horizontal hacia su pecho.
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RE: (C) El robo de la pata de bronce - por Sarutobi Hanabi - 1/08/2018, 12:48


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