12/08/2018, 17:50
(Última modificación: 12/08/2018, 17:51 por Uzumaki Eri.)
—Hmm… Pues no sé. ¿Y si le llamo el Cancerbero? Oh, no, mejor, el Matatuertos—Eri le miró, horrorizada, no le gustaban esos nombres—. Espera, espera. ¿El Rompecorazones?
—Ni de coña —contestó ella con el ceño ligeramente fruncido. Era un perro, no alguien que terminase con sus venganzas, sobre todo teniendo en cuenta que había dicho matatuertos mirando al pobre Stuffy.
Pero Datsue volvió a dar muestra de lo maravillosamente retorcida que era su mente.
—¡Datsuse el Matakanes! ¿Lo pilláis? —ella negó con la cabeza—. Secretamente, todo el mundo sabe, a mí me llaman el Matakages. Matakages, matacanes… ¡Es un juego de palabras perfecto!
—A ver, Datsue, no es por fardar, pero el perro que yo he criado tiene el mismo rango que tú. Así que piensatelo dos veces antes de faltar a mi orgullo Inuzuka.
Se llevó una mano a la frente, tapando parcialmente su cara, luego se acercó al can y empezó a acariciarlo lentamente, como si con ella no fuera la cosa. Esos dos solo parecían intentar ver quién tenía el nivel de testosterona más alto, y sinceramente, no quería que los perros actuasen de forma similar.
—Aunque ya te digo que el tuyo va a ser un semental hecho y derecho, porque si algo le puedes enseñar es el folleteo, cien por cien.
Y Datsue pareció encenderse con esa frase, y ella lo notó, poniéndose roja de inmediato.
—Vamos a ver, chicos, por favor, dejemos ese tema, que no hemos venido a hablar de ello precisamente, eh —advirtió, roja cual tomate y sin mirar a ninguno a los ojos —. Esto va de Datsuse, el matacanes, el cual ya tiene dueño y ambos van a pasarlo muy bien en su casita, ¿a que sí?
Esta vez miró a Datsue.
—Ni de coña —contestó ella con el ceño ligeramente fruncido. Era un perro, no alguien que terminase con sus venganzas, sobre todo teniendo en cuenta que había dicho matatuertos mirando al pobre Stuffy.
Pero Datsue volvió a dar muestra de lo maravillosamente retorcida que era su mente.
—¡Datsuse el Matakanes! ¿Lo pilláis? —ella negó con la cabeza—. Secretamente, todo el mundo sabe, a mí me llaman el Matakages. Matakages, matacanes… ¡Es un juego de palabras perfecto!
—A ver, Datsue, no es por fardar, pero el perro que yo he criado tiene el mismo rango que tú. Así que piensatelo dos veces antes de faltar a mi orgullo Inuzuka.
Se llevó una mano a la frente, tapando parcialmente su cara, luego se acercó al can y empezó a acariciarlo lentamente, como si con ella no fuera la cosa. Esos dos solo parecían intentar ver quién tenía el nivel de testosterona más alto, y sinceramente, no quería que los perros actuasen de forma similar.
—Aunque ya te digo que el tuyo va a ser un semental hecho y derecho, porque si algo le puedes enseñar es el folleteo, cien por cien.
Y Datsue pareció encenderse con esa frase, y ella lo notó, poniéndose roja de inmediato.
—Vamos a ver, chicos, por favor, dejemos ese tema, que no hemos venido a hablar de ello precisamente, eh —advirtió, roja cual tomate y sin mirar a ninguno a los ojos —. Esto va de Datsuse, el matacanes, el cual ya tiene dueño y ambos van a pasarlo muy bien en su casita, ¿a que sí?
Esta vez miró a Datsue.