16/09/2015, 16:19
¿Podría ser posible que Kaido fuera un Hōzuki? Si era así, era una verdadera casualidad que se encontrara con dos Hōzuki dos días consecutivos, pero a Ayame no se le ocurría otra posibilidad que explicara por qué afirmaba que era capaz de dormir en el fondo del lago sin asfixiarse en el proceso.
«Pero parece un tiburón... Y tiene la piel azul...» Torció ligeramente el gesto, frustrada por no ser capaz de resolver el puzzle al que le estaba sometiendo.
Por el momento no tenía nada claro. Y el hecho de que Kaido pareciera que se estaba divirtiendo con la situación la frustraba aún más.
«¿Hōzuki o tiburón? ¿Qué demonios eres, Kaido-san?»
Él decidió desviar ligeramente el tema de conversación. Ahora hablaba sobre lo diferencia, sobre la aprensión de la gente hacia lo extraño. Ayame desvió la mirada, avergonzada porque ella misma había tenido unos pensamientos similares cuando vio a Kaido por primera vez, en el umbral de la puerta del aula de examen de graduación. Y aún así, cuando la señaló con un dedo, parpadeó confundida.
—Y... ¿Yo...? —tartamudeó, y un ligero picor a la altura de la frente le obligó a alzar la mano para asegurarse de que la bandana seguía firmemente atada—. A... ¿A qué te refieres?
Tragó saliva con esfuerzo. Kaido nunca había asistido a las clases, así que era imposible que hubiese visto la marca de nacimiento de su frente.
¿Verdad?
Entonces, ¿de qué tipo de excentricidades estaba hablando?
«Pero parece un tiburón... Y tiene la piel azul...» Torció ligeramente el gesto, frustrada por no ser capaz de resolver el puzzle al que le estaba sometiendo.
Por el momento no tenía nada claro. Y el hecho de que Kaido pareciera que se estaba divirtiendo con la situación la frustraba aún más.
«¿Hōzuki o tiburón? ¿Qué demonios eres, Kaido-san?»
Él decidió desviar ligeramente el tema de conversación. Ahora hablaba sobre lo diferencia, sobre la aprensión de la gente hacia lo extraño. Ayame desvió la mirada, avergonzada porque ella misma había tenido unos pensamientos similares cuando vio a Kaido por primera vez, en el umbral de la puerta del aula de examen de graduación. Y aún así, cuando la señaló con un dedo, parpadeó confundida.
—Y... ¿Yo...? —tartamudeó, y un ligero picor a la altura de la frente le obligó a alzar la mano para asegurarse de que la bandana seguía firmemente atada—. A... ¿A qué te refieres?
Tragó saliva con esfuerzo. Kaido nunca había asistido a las clases, así que era imposible que hubiese visto la marca de nacimiento de su frente.
¿Verdad?
Entonces, ¿de qué tipo de excentricidades estaba hablando?