3/10/2015, 02:27
Para el peliblanco la situación se hacia extraña, pues le era difícil explicarse a sí mismo como y en qué momento la práctica se había vuelto un combate real. Al principio no le preocupaba que las cosas pudieran salirse de control, pero viendo como una enorme nube de llamas amenazaba con devorarle, entendió que tenía buenas razones para temer.
Todo aquello se había originado de unas cuantas acciones no tan inocentes. Primero Nabi había lanzado una bola de fuego contra Juro, y este a pesar de poder dominar al menos dos naturalezas elementales, decidió defenderse con una técnica de viento que resulto ser contraproducente.
El muro de viento rápidamente fue consumido por el fuego, duplicando las dimensiones del ataque que había utilizado el Uchiha. Pero eso no fue todo, pues la técnica cambio su dirección, y con sus nuevas dimensiones y trayectoria amenazaba con incinerar a los otros dos genin.
Se suele decir que cuando estas a punto de morir tu vida y recuerdos transcurren frente a tus ojos, como si fuera una obra basada en tus vivencias. El Ishimura tuvo una sensación similar en aquel momento, solo que para su sorpresa lo que llevaba de vida resulto ser una escena bastante corta y simple. Eso le ahorro tiempo y le dejo unos instantes más para aterrarse previniendo lo que le pasaría.
Para su fortuna un ángel fue a rescatar su conmocionada existencia. Aunque cabria decir que a sus ojos fue un ser bastante rudo y con aspecto enojado, de rostro muy familiar. Por un instante pudo sentir un enorme tirón y como al detenerse se asfixiaba un poco, algo que no se esperaría de una muerte por incineración.
Mientras perdía la conciencia debido a todo el forcejeo, pudo notar que si bien tenía una alas blancas y se mantenía flotando por sobre una llamarada infernal, no se trataba de ningún ángel. A menos claro que aquellos seres espirituales fueran chicas pelirrojas con semblantes que denotaban enojo extremo.
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Ya todo había pasado, y mientras sus ojos se movían en la oscuridad bajo sus parpados, solo podía recordar el fuego, el volar y un abundante olor a papel quemado. De repente se levanto exaltado, como si acabara de despertar de un sueño bastante perturbador.
Sin embargo, al ver que se encontraba en la enfermería de la academia le fue bastante fácil deducir que era lo que había pasado. Luego de comprobar que aun seguía con vida solo se recostó en la almohada mientras fijaba sus ojos en el techo. De repente una idea salvaje cruzo su mente y rápidamente se llevo las manos hasta el cabello, de donde no las retiro hasta comprobar que no se había quemado ni un pelo de su inmaculada melena.
—Cielos… Espero que este tipo de cosas no se hagan habituales —se dijo a si mismo mientras lentamente corría la cortina para levantarse de la cama.
—¿Sensei? —Pregunto mientras paseaba la vista por la sala de curas.
Todo aquello se había originado de unas cuantas acciones no tan inocentes. Primero Nabi había lanzado una bola de fuego contra Juro, y este a pesar de poder dominar al menos dos naturalezas elementales, decidió defenderse con una técnica de viento que resulto ser contraproducente.
El muro de viento rápidamente fue consumido por el fuego, duplicando las dimensiones del ataque que había utilizado el Uchiha. Pero eso no fue todo, pues la técnica cambio su dirección, y con sus nuevas dimensiones y trayectoria amenazaba con incinerar a los otros dos genin.
Se suele decir que cuando estas a punto de morir tu vida y recuerdos transcurren frente a tus ojos, como si fuera una obra basada en tus vivencias. El Ishimura tuvo una sensación similar en aquel momento, solo que para su sorpresa lo que llevaba de vida resulto ser una escena bastante corta y simple. Eso le ahorro tiempo y le dejo unos instantes más para aterrarse previniendo lo que le pasaría.
Para su fortuna un ángel fue a rescatar su conmocionada existencia. Aunque cabria decir que a sus ojos fue un ser bastante rudo y con aspecto enojado, de rostro muy familiar. Por un instante pudo sentir un enorme tirón y como al detenerse se asfixiaba un poco, algo que no se esperaría de una muerte por incineración.
Mientras perdía la conciencia debido a todo el forcejeo, pudo notar que si bien tenía una alas blancas y se mantenía flotando por sobre una llamarada infernal, no se trataba de ningún ángel. A menos claro que aquellos seres espirituales fueran chicas pelirrojas con semblantes que denotaban enojo extremo.
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Ya todo había pasado, y mientras sus ojos se movían en la oscuridad bajo sus parpados, solo podía recordar el fuego, el volar y un abundante olor a papel quemado. De repente se levanto exaltado, como si acabara de despertar de un sueño bastante perturbador.
Sin embargo, al ver que se encontraba en la enfermería de la academia le fue bastante fácil deducir que era lo que había pasado. Luego de comprobar que aun seguía con vida solo se recostó en la almohada mientras fijaba sus ojos en el techo. De repente una idea salvaje cruzo su mente y rápidamente se llevo las manos hasta el cabello, de donde no las retiro hasta comprobar que no se había quemado ni un pelo de su inmaculada melena.
—Cielos… Espero que este tipo de cosas no se hagan habituales —se dijo a si mismo mientras lentamente corría la cortina para levantarse de la cama.
—¿Sensei? —Pregunto mientras paseaba la vista por la sala de curas.