21/11/2018, 15:41
El jōnin terminó el asado en solitario, aprovechando incluso que Datsue se había ido para terminar su parte. Él también tenía un remolino de furiosas avispas en el estómago, de experiencias acumuladas —muy dolorosas— que ahora parecían querer volver a buscarle como fantasmas del pasado. Pero Akame ya había decidido abrazar todo aquello, sumirse en la melancolía y dejar que le cubriese por completo como una capa de lodo pegajoso. No tenía sentido seguir luchando contra aquello; la gente iba a morir. La gente moría. Todos lo hacían. Las visiones de Shukaku siempre se lo mostraban con crudo detallismo, y aunque él mismo no quisiera reconocerlo, siquiera plantearse la idea... ¿Estaban por fin haciendo mella en su cordura? ¿Se rompería aquel fino hilo que le mantenía pegado al firme que las convenciones sociales definían como estabilidad mental? Tipos como él hacía mucho que habían dejado atrás la mayor parte de su moralidad en pos de cumplir aquello para lo que habían sido concebidos; ser ninjas.
¿Qué diferencia hacía?
Akame le tendió a su compañero un lápiz y luego colocó un taco de madera sobre el mapa para trazar una línea recta. El recorrido de la misma causó gran sorpresa y alivio a ambos, pues eso significaba que Amegakure no Sato estaba en algún punto al Norte del Bosque de Azur, pero al Sur de Shinogi-To... Cosa que restringía considerablemente el abanico de posibilidades. Con aquella información, Akame tenía clara su siguiente parada.
—Entonces deberíamos continuar hacia Yachi, y de ahí a las Escaleras del Cielo. En un par de días estaríamos allí —afirmó—. Aunque eso implicaría cruzar territorio de Arashi no Kuni.
Se incorporó, cruzando los brazos.
—O podemos rodear por Mori no Kuni, lo que nos llevará mucho más tiempo. Personalmente... Creo que podemos cruzar directamente por las Tierras de la Llovizna... Espero que hayas traído un paragua sellado en el culo, porque nos va a hacer falta.
¿Qué diferencia hacía?
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Akame le tendió a su compañero un lápiz y luego colocó un taco de madera sobre el mapa para trazar una línea recta. El recorrido de la misma causó gran sorpresa y alivio a ambos, pues eso significaba que Amegakure no Sato estaba en algún punto al Norte del Bosque de Azur, pero al Sur de Shinogi-To... Cosa que restringía considerablemente el abanico de posibilidades. Con aquella información, Akame tenía clara su siguiente parada.
—Entonces deberíamos continuar hacia Yachi, y de ahí a las Escaleras del Cielo. En un par de días estaríamos allí —afirmó—. Aunque eso implicaría cruzar territorio de Arashi no Kuni.
Se incorporó, cruzando los brazos.
—O podemos rodear por Mori no Kuni, lo que nos llevará mucho más tiempo. Personalmente... Creo que podemos cruzar directamente por las Tierras de la Llovizna... Espero que hayas traído un paragua sellado en el culo, porque nos va a hacer falta.