17/12/2018, 02:34
(Última modificación: 17/12/2018, 02:36 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Nada más llegar, Datsue olió que algo iba mal.
No fue por ver nada en concreto. Ni por ninguna mirada rara. O algún alboroto que se hubiese formado. Era algo más sutil, y al mismo tiempo más contundente y notable que todo eso. ¿Contradictorio? Imagínate ver un combate entre un kusajin y un amejin, y que gane el primero. «Quiero decir, está claro que en un combate puede pasar de todo. Pero joder, ¿un kusareño? ¿¡Ganando un combate!? ¡Anda ya!»
Pues lo que chirriaba a Datsue era algo parecido. Estaba en la ciudad de Los Herreros, el mayor asentamiento de forjas del mundo. Tenían clientela repartida por toda Oonindo, y suministraban armas a las tres grandes Villas. Vaya, que no daban abasto. Por eso, cuando vio varias forjas apagadas, al Uchiha le chocó tanto. Había estado de visita allí varias veces en el último año, y si algo había descubierto, es que allí no se cerraba ni para enterrar a una madre.
—¡Soroku! —exclamó, cuando entró en la fragua del Señor del Hierro, anunciando su presencia—. ¡Ya no tienes nada que temer! ¡El Intrépido ha llegado!
Oh, claro que Datsue no estaba allí por casualidad. Él había recibido una carta, cuyo intermediario había sido el mismísimo Kaguya Riko. Una carta en la que, entre alabanza y besar el suelo que pisaba, había espacio para una petición.
Básicamente, que moviese el culo hasta allí. Que le necesitaban. Y Datsue podía ser muchas cosas, pero era, en efecto, un tipo agradecido.
No fue por ver nada en concreto. Ni por ninguna mirada rara. O algún alboroto que se hubiese formado. Era algo más sutil, y al mismo tiempo más contundente y notable que todo eso. ¿Contradictorio? Imagínate ver un combate entre un kusajin y un amejin, y que gane el primero. «Quiero decir, está claro que en un combate puede pasar de todo. Pero joder, ¿un kusareño? ¿¡Ganando un combate!? ¡Anda ya!»
Pues lo que chirriaba a Datsue era algo parecido. Estaba en la ciudad de Los Herreros, el mayor asentamiento de forjas del mundo. Tenían clientela repartida por toda Oonindo, y suministraban armas a las tres grandes Villas. Vaya, que no daban abasto. Por eso, cuando vio varias forjas apagadas, al Uchiha le chocó tanto. Había estado de visita allí varias veces en el último año, y si algo había descubierto, es que allí no se cerraba ni para enterrar a una madre.
—¡Soroku! —exclamó, cuando entró en la fragua del Señor del Hierro, anunciando su presencia—. ¡Ya no tienes nada que temer! ¡El Intrépido ha llegado!
Oh, claro que Datsue no estaba allí por casualidad. Él había recibido una carta, cuyo intermediario había sido el mismísimo Kaguya Riko. Una carta en la que, entre alabanza y besar el suelo que pisaba, había espacio para una petición.
Básicamente, que moviese el culo hasta allí. Que le necesitaban. Y Datsue podía ser muchas cosas, pero era, en efecto, un tipo agradecido.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado