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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#17
Indescriptible fue, para su pesar, ver la sonrisa de Yuunisho. Los dientes amarillos y ensombrecidos por las caricias del tabaco. Datsue sólo pudo imaginar que Akame, también un ávido fumador, quedase con los dientes así cuando echara raíces. Si ya con la nariz torcida de su Hermano era suficiente castigo...

El herrero volteó a ver a sus compañeros.

—¿Lo veis? os lo dije. Un ninja añora más el sonido que provocan las armas al abandonar sus fundas, pues lo que realmente ama es el efecto que causará con ellas. No. Tú no hubieras podido ser un Herrero. Nunca.

Soroku se levantó del asiento, imponente. Se le veía una leve sonrisilla en la comisura del labio. Las interacciones de sus colegas siempre le causaban gracia. De todos modos, él no le había dado su marca a ningún pelele. Conocía bien a Datsue. A sus proezas. A sus personajes. El tipo era capaz de muchas cosas, y para aquel trabajo, también.

Colocó su mano derecha sobre el hombro del Intrépido.

—Datsue puede ser lo que él quiera. Por eso tiene mi marca. Y por eso le he pedido venir, para encomendarle esta gran tarea.

—¿Realmente lo harás? eh, que supongamos que te sale bien la jugada y salvas a tu maestra, pero en cuanto se entere, te va a querer matar.

—Mejor muerto yo que ella. Mejor muerto yo que la mujer que me enseñó todo.
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Mensajes en este tema
RE: La penumbra de Lady Tākoizu - por Umikiba Kaido - 28/12/2018, 22:49


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