29/12/2018, 03:59
Datsue evitó chasquear la lengua.
¿Qué lo que le gustaba era el sonido de una katana al abandonar su funda? ¡Pues claro que sí! ¿Qué sino? ¿Acaso Yuunisho fabricaba armas decorativas, o qué? ¿Qué función tenía una espada, sino la de matar? Entendía que un herrero quisiese crear herramientas solamente para ayudar en la vida cotidiana de las personas y no al revés. Hachas, martillos, guadañas… Todas ellas habían sido creadas, en su primera concepción, para ayudar al ser humano en la agricultura o construcción de algo nuevo. Había sido el hombre, más tarde, quien había pervertido su uso.
Pero, ¿los que fabricaban una katana? Una katana había nacido para matar. No tenía otra función. No tenía otro uso. Y eso era, irónicamente, lo que las hacía tan bellas. Peligrosas, sí, pero bellas.
«Pero mejor no protestar». Datsue había aprendido varias cosas en los últimos tiempos. En —muchas— ocasiones, hablaba demasiado. Quizá ese tipo tan antiguo tuviese una moral y una idea del honor tan arcaico como el de los samuráis. Fuese como fuese, mejor no ponerlo más en su contra.
Primero, porque era malo para los negocios. Segundo porque, precisamente, quería pedir un par de cosas a cambio de su ayuda. Y hablar de más ahora podría joderle sus planes.
—Vamos, vamos. Seguro que hay alguna forma de hacerlo sin que nadie de los nuestros muera —intervino, tras Soroku—. Señores, no voy a haceros el feo sacándome la polla y mostrándoos mi expediente, pero —siempre había un pero—, tengo en mi currículum un par de misiones de rango S completadas con éxito. He salvado a millares de una Jinchūriki descontrolada en el Examen Chūnin. —Pues un poco sí que se estaba sacando la polla—. Mi aspecto de mocoso —miró a Yuunisho y al moreno cuando lo dijo—, tan solo me facilita las cosas, pues la gente suele infravalorarme. Así que, creedme cuando os digo, que aún sin saber todos los detalles, este es un caso que puedo manejar con la discreción y eficiencia requerida.
¿Qué lo que le gustaba era el sonido de una katana al abandonar su funda? ¡Pues claro que sí! ¿Qué sino? ¿Acaso Yuunisho fabricaba armas decorativas, o qué? ¿Qué función tenía una espada, sino la de matar? Entendía que un herrero quisiese crear herramientas solamente para ayudar en la vida cotidiana de las personas y no al revés. Hachas, martillos, guadañas… Todas ellas habían sido creadas, en su primera concepción, para ayudar al ser humano en la agricultura o construcción de algo nuevo. Había sido el hombre, más tarde, quien había pervertido su uso.
Pero, ¿los que fabricaban una katana? Una katana había nacido para matar. No tenía otra función. No tenía otro uso. Y eso era, irónicamente, lo que las hacía tan bellas. Peligrosas, sí, pero bellas.
«Pero mejor no protestar». Datsue había aprendido varias cosas en los últimos tiempos. En —muchas— ocasiones, hablaba demasiado. Quizá ese tipo tan antiguo tuviese una moral y una idea del honor tan arcaico como el de los samuráis. Fuese como fuese, mejor no ponerlo más en su contra.
Primero, porque era malo para los negocios. Segundo porque, precisamente, quería pedir un par de cosas a cambio de su ayuda. Y hablar de más ahora podría joderle sus planes.
—Vamos, vamos. Seguro que hay alguna forma de hacerlo sin que nadie de los nuestros muera —intervino, tras Soroku—. Señores, no voy a haceros el feo sacándome la polla y mostrándoos mi expediente, pero —siempre había un pero—, tengo en mi currículum un par de misiones de rango S completadas con éxito. He salvado a millares de una Jinchūriki descontrolada en el Examen Chūnin. —Pues un poco sí que se estaba sacando la polla—. Mi aspecto de mocoso —miró a Yuunisho y al moreno cuando lo dijo—, tan solo me facilita las cosas, pues la gente suele infravalorarme. Así que, creedme cuando os digo, que aún sin saber todos los detalles, este es un caso que puedo manejar con la discreción y eficiencia requerida.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado