29/12/2018, 04:29
En otra ocasión, los Herreros hubieran debatido durante horas. Tratando de decidir, con cabeza. Después de todo, era un tema crucial para la organización a la que pertenecían con el fervor de creyentes como ellos. Esa vez, sin embargo, bastó una mirada conjunta entre los cuatro maestros. Era difícil objetar nada cuando los hechos —aquellos que profesaban las proezas de Uchiha Datsue— hablaban por sí solos.
Un silencio irrefutable se vio roto de pronto por la voz parsimoniosa de Soroku, una vez más.
—Está decidido, entonces —retiró el peso muerto de su mano del hombro de su pupilo y volvió entonces a su asiento, regocijándose en el espaldar del mismo—. ya he enviado las misivas pertinentes a Lady Tākoizu. Le he escrito precisamente para recomendarle a un joven huérfano de las tierras del Fuego, que responde a nombre de Gūzen. Y a quien le he visto excepcionales habilidades para nuestro oficio como en ningún otro prospecto en años, tanto como para que considere tomar un nuevo aprendiz —aquello, de ser verdad, le habría de doler bastante a Shinjaka, quien por cierto, escuchaba atentamente al otro lado de la puerta—. tendrás tiempo de pulir la historia a lo largo de nuestro viaje, durante el cual te acompañaré gustoso para oficiar las presentaciones. Una vez marche de vuelta a éste País, quedará en tus manos el destino, una vez más, del porvenir del Estandarte. Ésta vez, en el País de la Tierra.
Un silencio irrefutable se vio roto de pronto por la voz parsimoniosa de Soroku, una vez más.
—Está decidido, entonces —retiró el peso muerto de su mano del hombro de su pupilo y volvió entonces a su asiento, regocijándose en el espaldar del mismo—. ya he enviado las misivas pertinentes a Lady Tākoizu. Le he escrito precisamente para recomendarle a un joven huérfano de las tierras del Fuego, que responde a nombre de Gūzen. Y a quien le he visto excepcionales habilidades para nuestro oficio como en ningún otro prospecto en años, tanto como para que considere tomar un nuevo aprendiz —aquello, de ser verdad, le habría de doler bastante a Shinjaka, quien por cierto, escuchaba atentamente al otro lado de la puerta—. tendrás tiempo de pulir la historia a lo largo de nuestro viaje, durante el cual te acompañaré gustoso para oficiar las presentaciones. Una vez marche de vuelta a éste País, quedará en tus manos el destino, una vez más, del porvenir del Estandarte. Ésta vez, en el País de la Tierra.