30/12/2018, 16:41
El Herrero terminó de acomodarse en su asiento. Apoyó ambas manos entre ellas, entrelazando los dedos; mientras sus ojos avellana y miel se posaban sobre Datsue.
—El Estandarte es una entidad ancestral, Datsue. Hemos tenido cientos de amenazas reales durante nuestra existencia. Gente que quiere acabar con nuestro status quo. Y en los cien años que están por venir, los seguiremos teniendo. Enemigos. Enemigos de verdad —y es que, Datsue podía pensar: ¿quién en ésta vida no los tiene? él ya gozaba de una amplia lista de personas que pagarían una buena pasta por verle sufrir las consecuencias de sus actos—. no obstante, al ser tantas éstas amenazas, nos es imposible tener la certeza de quién nos quiere ver caer. No contamos con tantos efectivos. Y, a su vez, estamos en todos lados. Cada Señor del Hierro tiene sus descendientes en los templos de cada país.
»Tsuchi no Kuni es un país bastante turbio. Mucho se cuece entre sus amplias formaciones rocosas. Lo único que sabemos es que un par de viajeros, en una de las tabernas de un pueblo cercano a Notsuba; estuvieron hablando de un Templo ancestral donde podían cometer el asalto de sus vidas. Armas, oro, documentos. Lo suficiente como para pagarse un carruaje y empezar en otro lado. Eran criminales, desde luego. Aunque según continuó la conversación, estamos seguros de que no eran ellos quienes organizaban el golpe. Les habían reclutado, o estaban en proceso de —se movió incómodo, con los pies bajo la mesa, y soltó un respingo que demostraba su preocupación. Ni siquiera con el tema de Tanzaku Gai se le había visto tan tenso—. entenderás que el verdadero peligro está en cómo ha llegado la información a ellos, y de si conocen exactamente la localización del Templo. ¿Quién se ha ido de lengua suelta? ¿quién nos está traicionando? ha de ser alguien con acceso a mi maestra, alguno de sus allegados en los que confía plenamente, tuvo que haberlo hecho. Por eso la discreción es esencial, Datsue. No es tan sencillo como que tú, un completo desconocido, señale a cualquiera de sus fieles, acusándolo. Con ello lograrás que desconfíe de ti. Lady Tākoizu no debe enterarse de éste posible ataque hasta que lo hayamos evitado con completa seguridad. Hasta que descubras realmente quién es el traidor.
Aún había un par de preguntas de Datsue por responder, claro está, pero Soroku cayó en pro de que dirigiera todo lo dicho como bien debía hacerlo. Que no perdiera ningún detalle, por poco importante que le pudiera parecer.
A veces, esos detalles, son los que hacen la diferencia.
Entre la vida y la muerte misma.
—El Estandarte es una entidad ancestral, Datsue. Hemos tenido cientos de amenazas reales durante nuestra existencia. Gente que quiere acabar con nuestro status quo. Y en los cien años que están por venir, los seguiremos teniendo. Enemigos. Enemigos de verdad —y es que, Datsue podía pensar: ¿quién en ésta vida no los tiene? él ya gozaba de una amplia lista de personas que pagarían una buena pasta por verle sufrir las consecuencias de sus actos—. no obstante, al ser tantas éstas amenazas, nos es imposible tener la certeza de quién nos quiere ver caer. No contamos con tantos efectivos. Y, a su vez, estamos en todos lados. Cada Señor del Hierro tiene sus descendientes en los templos de cada país.
»Tsuchi no Kuni es un país bastante turbio. Mucho se cuece entre sus amplias formaciones rocosas. Lo único que sabemos es que un par de viajeros, en una de las tabernas de un pueblo cercano a Notsuba; estuvieron hablando de un Templo ancestral donde podían cometer el asalto de sus vidas. Armas, oro, documentos. Lo suficiente como para pagarse un carruaje y empezar en otro lado. Eran criminales, desde luego. Aunque según continuó la conversación, estamos seguros de que no eran ellos quienes organizaban el golpe. Les habían reclutado, o estaban en proceso de —se movió incómodo, con los pies bajo la mesa, y soltó un respingo que demostraba su preocupación. Ni siquiera con el tema de Tanzaku Gai se le había visto tan tenso—. entenderás que el verdadero peligro está en cómo ha llegado la información a ellos, y de si conocen exactamente la localización del Templo. ¿Quién se ha ido de lengua suelta? ¿quién nos está traicionando? ha de ser alguien con acceso a mi maestra, alguno de sus allegados en los que confía plenamente, tuvo que haberlo hecho. Por eso la discreción es esencial, Datsue. No es tan sencillo como que tú, un completo desconocido, señale a cualquiera de sus fieles, acusándolo. Con ello lograrás que desconfíe de ti. Lady Tākoizu no debe enterarse de éste posible ataque hasta que lo hayamos evitado con completa seguridad. Hasta que descubras realmente quién es el traidor.
Aún había un par de preguntas de Datsue por responder, claro está, pero Soroku cayó en pro de que dirigiera todo lo dicho como bien debía hacerlo. Que no perdiera ningún detalle, por poco importante que le pudiera parecer.
A veces, esos detalles, son los que hacen la diferencia.
Entre la vida y la muerte misma.