7/01/2019, 15:59
Otros dos genin habían respondido al llamado. De ellos, un joven de rastas llegó primero, resollando, acompañado de un gran perro.
—Así es, Inuzuka-kun —le respondió, con una levísima inclinación de la cabeza. Era Etsu, un chico de la familia Inuzuka, una conocida por su uso de canes y jutsus con ellos. Komachi soltó una sutil bocanada de humo —. Respira, chico. Hiciste un buen trabajo al venir tan pronto posible.
El siguiente fue un joven de piel oscura y cabellos blancos, de porte muy propio. Hanamura Kazuma, el niño traído de una aldea extraña. Si no viese su rostro juvenil, pensaría que es un anciano.
—Bienvenido, Hanamura-kun. Me alegra que todos sepan que su trabajo de shinobi es en serio, y no deben de vagar o rezongar cuando se les necesita. Llegar unos minutos tarde vale mucho más que no llegar. Les otorgo una medalla imaginaria. —Komachi entonces agitó su pipa hacia cada uno, como lanzándoles sendos hechizos.
Ranko, por su parte, tenía sentimientos encontrados. Ambos eran ninjas con quienes ya había tenido contacto: uno en los dojos de entrenamientos y otro en un evento de poesía. Se reconfortaba en que tanto Etsu como Kazuma conocían su problema al momento de hablar con otras personas, y que sería menos difícil tratar con gente con quien hubiese charlado con anterioridad. Por otro lado, le ponía más nerviosa volver a verlos, pues sentía que no había mejorado tanto desde la última vez, ni como ninja ni como persona.
Los saludó con una sonrisa tímida y una reverencia exagerada.
—B-b-buenos días, Inuzuka-san, Hanamura-san.
Quiso decir “un gusto verlos de nuevo”, pero sus labios se apretaron y su boca no dijo nada. Sus puños temblaron levemente, pues realmente deseaba saludarlos de manera más alegre.
—¡Bien! Tengo la impresión de que todos están preparados, a como debería ser, así que comenzaremos todo. Ejem. —Sostuvo la pipa entre los labios y, con un movimiento fluido, tomó el pergamino de su hombro y lo desenrolló. Luego colocó la pipa cuidadosamente entre sus dedos índice y corazón, de manera que pudiese sostener el pergamino extendido frente a sí y tuviese la boca libre.
Se dispuso entonces a leer el contenido de la misión:
Cuando terminó, se lo entregó a Etsu, y tomó de nuevo su pipa con comodidad.
—Enróllalo por favor, Inuzuka-kun. Taitama-san es una amiga cercana mía. Digamos que es mi… proveedora —Komachi agitó su pipa, provocándole un tono más de sonrojo a su hija —. Tuvo un accidente en una carreta mientras transportaba su mercancía la semana pasada. Afortunadamente su tienda estaba bien abastecida, así que se las ha apañado por varios días sin tener que recoger hierbas nuevas. Hasta ahora. No le hace falta mucho por recuperarse, pero no está en condiciones de ir por el bosque con muletas. Así que les encomiendo en demasía que reabastezcan sus estantes.
Aspiró y soltó hacia un lado una larga nube de humo blanquecino, como si fuese una etérea serpiente. Sostuvo de nuevo su pipa entre los labios y buscó entre su obi un papel doblado que le entregó también a Etsu.
—He escuchado que eres bastante dedicado, así que te dejaré con el papeleo, Inuzuka-kun. Ésta es la dirección del herbolario de Taitama-san, está a unas calles al este de aquí. Vayan a recoger las especificaciones de las hierbas. Muéstrenle el pergamino. Los esperaré aquí cuando estén listos para partir —Fumó de nuevo y les dedicó sendos movimientos afirmativos de cabeza y sonrisas —. Inuzuka-kun. Hanamura-kun. Ran-chan —Ranko recibió una sonrisa más pronunciada y cálida —[color=crimson]. Esfuérzense y no pierdan tiempo. Si no tienen preguntas, pueden partir. ¡Corran!
—Así es, Inuzuka-kun —le respondió, con una levísima inclinación de la cabeza. Era Etsu, un chico de la familia Inuzuka, una conocida por su uso de canes y jutsus con ellos. Komachi soltó una sutil bocanada de humo —. Respira, chico. Hiciste un buen trabajo al venir tan pronto posible.
El siguiente fue un joven de piel oscura y cabellos blancos, de porte muy propio. Hanamura Kazuma, el niño traído de una aldea extraña. Si no viese su rostro juvenil, pensaría que es un anciano.
—Bienvenido, Hanamura-kun. Me alegra que todos sepan que su trabajo de shinobi es en serio, y no deben de vagar o rezongar cuando se les necesita. Llegar unos minutos tarde vale mucho más que no llegar. Les otorgo una medalla imaginaria. —Komachi entonces agitó su pipa hacia cada uno, como lanzándoles sendos hechizos.
Ranko, por su parte, tenía sentimientos encontrados. Ambos eran ninjas con quienes ya había tenido contacto: uno en los dojos de entrenamientos y otro en un evento de poesía. Se reconfortaba en que tanto Etsu como Kazuma conocían su problema al momento de hablar con otras personas, y que sería menos difícil tratar con gente con quien hubiese charlado con anterioridad. Por otro lado, le ponía más nerviosa volver a verlos, pues sentía que no había mejorado tanto desde la última vez, ni como ninja ni como persona.
Los saludó con una sonrisa tímida y una reverencia exagerada.
—B-b-buenos días, Inuzuka-san, Hanamura-san.
Quiso decir “un gusto verlos de nuevo”, pero sus labios se apretaron y su boca no dijo nada. Sus puños temblaron levemente, pues realmente deseaba saludarlos de manera más alegre.
—¡Bien! Tengo la impresión de que todos están preparados, a como debería ser, así que comenzaremos todo. Ejem. —Sostuvo la pipa entre los labios y, con un movimiento fluido, tomó el pergamino de su hombro y lo desenrolló. Luego colocó la pipa cuidadosamente entre sus dedos índice y corazón, de manera que pudiese sostener el pergamino extendido frente a sí y tuviese la boca libre.
Se dispuso entonces a leer el contenido de la misión:
Cuando terminó, se lo entregó a Etsu, y tomó de nuevo su pipa con comodidad.
—Enróllalo por favor, Inuzuka-kun. Taitama-san es una amiga cercana mía. Digamos que es mi… proveedora —Komachi agitó su pipa, provocándole un tono más de sonrojo a su hija —. Tuvo un accidente en una carreta mientras transportaba su mercancía la semana pasada. Afortunadamente su tienda estaba bien abastecida, así que se las ha apañado por varios días sin tener que recoger hierbas nuevas. Hasta ahora. No le hace falta mucho por recuperarse, pero no está en condiciones de ir por el bosque con muletas. Así que les encomiendo en demasía que reabastezcan sus estantes.
Aspiró y soltó hacia un lado una larga nube de humo blanquecino, como si fuese una etérea serpiente. Sostuvo de nuevo su pipa entre los labios y buscó entre su obi un papel doblado que le entregó también a Etsu.
—He escuchado que eres bastante dedicado, así que te dejaré con el papeleo, Inuzuka-kun. Ésta es la dirección del herbolario de Taitama-san, está a unas calles al este de aquí. Vayan a recoger las especificaciones de las hierbas. Muéstrenle el pergamino. Los esperaré aquí cuando estén listos para partir —Fumó de nuevo y les dedicó sendos movimientos afirmativos de cabeza y sonrisas —. Inuzuka-kun. Hanamura-kun. Ran-chan —Ranko recibió una sonrisa más pronunciada y cálida —[color=crimson]. Esfuérzense y no pierdan tiempo. Si no tienen preguntas, pueden partir. ¡Corran!
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