7/01/2019, 19:55
—B-b-buenos días, Inuzuka-san, Hanamura-san.
—Buenos días, Ranko-san. Es tranquilizador el ver un rostro conocido —reconoció, mostrando una tenue sonrisa—. Aunque no hace falta que seas tan formal, puedes llamarme Kazuma-san.
De hecho, el consideraba su propio apellido como una formalidad, un ornato a su existencia que le ayudaba a encajar en una sociedad más formal. En un principio había decidió llamarse Hanamura no Kazuma. Su mentor le convenció de desistir asegurando que aquello evidenciaría aún más su origen rural, al igual que le convenció de tomar clases de dicción para suprimir un marcado acento provinciano.
La jounin les leyó la misión y él escucho con atención, buscando la plena comprensión de los lineamientos que les estaban dando. Al finalizar, aquella mujer entrego el pergamino a un joven que estaba acompañado por un perro que parecía ser su mascota. Kazuma no tuvo ninguna impresión en particular de aquel sujeto, pero siendo a quien habían dejado a cargo del escrito, debía ser un superior en rango o experiencia.
—Entendido —dijo en cuanto culminaron las palabras de la jounin—. Estoy listo para partir.
—Buenos días, Ranko-san. Es tranquilizador el ver un rostro conocido —reconoció, mostrando una tenue sonrisa—. Aunque no hace falta que seas tan formal, puedes llamarme Kazuma-san.
De hecho, el consideraba su propio apellido como una formalidad, un ornato a su existencia que le ayudaba a encajar en una sociedad más formal. En un principio había decidió llamarse Hanamura no Kazuma. Su mentor le convenció de desistir asegurando que aquello evidenciaría aún más su origen rural, al igual que le convenció de tomar clases de dicción para suprimir un marcado acento provinciano.
La jounin les leyó la misión y él escucho con atención, buscando la plena comprensión de los lineamientos que les estaban dando. Al finalizar, aquella mujer entrego el pergamino a un joven que estaba acompañado por un perro que parecía ser su mascota. Kazuma no tuvo ninguna impresión en particular de aquel sujeto, pero siendo a quien habían dejado a cargo del escrito, debía ser un superior en rango o experiencia.
—Entendido —dijo en cuanto culminaron las palabras de la jounin—. Estoy listo para partir.