8/01/2019, 03:38
Runoara Soroku sonrió con la amplitud de una zanja.
Datsue creyó que, quizás, era la primera vez que lo veía haciéndolo con total libertad. La primera vez que vislumbraba cómo el adepto del Estandarte pelaba el diente.
Curiosamente, los tenía en fila. Limpios. Relucientes. Le brillaban tanto como la calva.
—Los suficientes como para tener una diversidad decente de clientes —alegó, honesto—. a cada cuál menos honorable, eso seguro, pero no vinimos a éste mundo a ser selectivos, ¿verdad? después de todo, esto sigue siendo un negocio. ¿Porqué la pregunta?
El herrero entrecerró los ojos. Ambos escupían literalmente un "¿no estarás pensando en chivarme, no, Datsue?"
Datsue creyó que, quizás, era la primera vez que lo veía haciéndolo con total libertad. La primera vez que vislumbraba cómo el adepto del Estandarte pelaba el diente.
Curiosamente, los tenía en fila. Limpios. Relucientes. Le brillaban tanto como la calva.
—Los suficientes como para tener una diversidad decente de clientes —alegó, honesto—. a cada cuál menos honorable, eso seguro, pero no vinimos a éste mundo a ser selectivos, ¿verdad? después de todo, esto sigue siendo un negocio. ¿Porqué la pregunta?
El herrero entrecerró los ojos. Ambos escupían literalmente un "¿no estarás pensando en chivarme, no, Datsue?"