9/01/2019, 02:36
Goro miró inexpresivo la sacada de polla de Datsue. Ay, el ego; habría querido decirle. Pero la caída era más dura mientras más alto se estuviera. Y eso tenía que aprenderlo Datsue no de boca suya, sino por experiencia propia.
La gravedad es inexorable. Todo lo que sube ...
... tiene que bajar.
Dos días después, el alba azotó a los Herreros. Las fraguas fueron encendiéndose, la ciudad comenzaba a mover sus cimientos. El humo empezó a salir despedido de las chimeneas, y los carruajes, habituales por sus calles, marcaban las rutas comerciales para los despachos de grandes encargos. Armas, cientos y cientos de ellas. Había un carruaje en particular, no obstante, que llevaría otra clase de armas. Una, en particular; de carne y hueso. Soroku aguardaba a su lado, acomodando un par de valijas de equipaje, algunos presentes y claro, algo de alcohol. Era un viaje largo, muy largo.
La gravedad es inexorable. Todo lo que sube ...
... tiene que bajar.
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Dos días después, el alba azotó a los Herreros. Las fraguas fueron encendiéndose, la ciudad comenzaba a mover sus cimientos. El humo empezó a salir despedido de las chimeneas, y los carruajes, habituales por sus calles, marcaban las rutas comerciales para los despachos de grandes encargos. Armas, cientos y cientos de ellas. Había un carruaje en particular, no obstante, que llevaría otra clase de armas. Una, en particular; de carne y hueso. Soroku aguardaba a su lado, acomodando un par de valijas de equipaje, algunos presentes y claro, algo de alcohol. Era un viaje largo, muy largo.