10/01/2019, 02:27
Lo más curioso de todo es que las postales no hacían honor a los verdaderos entresijos que se escondían tras las grandes montañas de la Tierra. El carruaje acabó deteniéndose en un claro. Frente a ellos sólo había un pequeño lago, un par de piedras que hacían la de puente y todo un panorama inexplorado que atravesaba el claro y mostraba al horizonte una enorme montaña de tonalidades marrones y blancas. Esa misma montaña según los mapas de Onindo era una enorme y larga cordillera que abarcaba toda la costa que se extendía a lo largo de dos países. La Tierra y la Tormenta. Por lo general, sus enormes picos yacían plenamente cubiertos de nieve. Hacia éste lado del charco no tanto.
Soroku bajó del carruaje y sacó su bolso de viaje, colgándoselo a la espalda.
Se dio vuelta y miró hacia arriba.
—Hay que subir a pie.
Soroku bajó del carruaje y sacó su bolso de viaje, colgándoselo a la espalda.
Se dio vuelta y miró hacia arriba.
—Hay que subir a pie.