11/01/2019, 04:28
Soroku puso su mano derecha en el hombro de su pupilo y le sonrió a Furune con vieja camaradería.
—Buenos días, joven.
—Furune-san, qué bueno verte después de qué, ¿séis años? cuéntame, ¿cómo has estado?
—Fenomenal, Soroku-dono. Disfrutando de la apacible vida en nuestro Templo y trabajando para su preservación, como de costumbre. Discúlpenme el gélido recibimiento, nuestro personal se encuentra trabajando de uno de los pasos de la montaña que se vio afectado por los derrumbes que os comenté. Y Lady Tākoizu está meditando. Bajará pronto, seguramente.
—Esperaremos a que termine. Mientras tanto, te presento a Gūzen, mi prospecto. Gūzen, él es Furune, maestresala de Lady Tākoizu.
—Bienvenido al Templo de la familia Tākoizu, Gūzen-san. El Señor del Hierro Yonkai te da la bienvenida y desea que tu estadía sea placentera y provechosa, por sobre todas las cosas.
—Buenos días, joven.
—Furune-san, qué bueno verte después de qué, ¿séis años? cuéntame, ¿cómo has estado?
—Fenomenal, Soroku-dono. Disfrutando de la apacible vida en nuestro Templo y trabajando para su preservación, como de costumbre. Discúlpenme el gélido recibimiento, nuestro personal se encuentra trabajando de uno de los pasos de la montaña que se vio afectado por los derrumbes que os comenté. Y Lady Tākoizu está meditando. Bajará pronto, seguramente.
—Esperaremos a que termine. Mientras tanto, te presento a Gūzen, mi prospecto. Gūzen, él es Furune, maestresala de Lady Tākoizu.
—Bienvenido al Templo de la familia Tākoizu, Gūzen-san. El Señor del Hierro Yonkai te da la bienvenida y desea que tu estadía sea placentera y provechosa, por sobre todas las cosas.