12/01/2019, 19:02
Takukaru Furune se mantuvo convincentemente atento durante los retazos de historia que Datsue iba contándole. Dejaba escapar un gesto comprensivo, que a veces se transformaba en uno de sorpresa y otras de un sentido entendimiento para con los infortunios de un muchacho tan joven como Gūzen.
—Un existencia dura la tuya, por lo que veo. Eso habla muy bien de tu carácter, del instinto de supervivencia que te permitió sobreponerte a cada golpe que te arrojó el destino. Te entiendo, también he recibido numerosos golpes en la vida. Demasiados diría yo —tenía sesenta y cinco años. Séis décadas y media para besar la lona. Y ahí estaba, de pie, erguido y orgulloso. Un tanto magullado como bien podía esperarse, pero aún haciéndole frente a la vida—. ¿y cómo lo supiste? ¿que querías dedicarte a ésto? no creo que haya sido sólo por tu fanatismo hacia los samurai y sus tradiciones.
Respecto al honor, bueno, tenía sus dudas. Había conocido a grandes samurai sin una pizca de ello.
—Un existencia dura la tuya, por lo que veo. Eso habla muy bien de tu carácter, del instinto de supervivencia que te permitió sobreponerte a cada golpe que te arrojó el destino. Te entiendo, también he recibido numerosos golpes en la vida. Demasiados diría yo —tenía sesenta y cinco años. Séis décadas y media para besar la lona. Y ahí estaba, de pie, erguido y orgulloso. Un tanto magullado como bien podía esperarse, pero aún haciéndole frente a la vida—. ¿y cómo lo supiste? ¿que querías dedicarte a ésto? no creo que haya sido sólo por tu fanatismo hacia los samurai y sus tradiciones.
Respecto al honor, bueno, tenía sus dudas. Había conocido a grandes samurai sin una pizca de ello.