13/01/2019, 02:39
Ella intercaló su mirada, curiosa, entre los ojos ébano de Datsue y sus manos. De hecho, no se dio cuenta cuando ésta le había tomado una con las suyas. Se la volteó para verle la palma y pasó un dedo a lo largo de ella, recorriendo una de sus líneas del destino.
—Uhm. De todo, menos de Gūzen —dijo—. tampoco tienes las manos de un herrero.
—Uhm. De todo, menos de Gūzen —dijo—. tampoco tienes las manos de un herrero.