19/01/2019, 03:06
Datsue no necesitó de Sharingan en ese momento para sentir como suyo propio el terror que invadía a la pobre Urami. Tenía el cuello rojo de la presión y tosía a bocanadas tratando de recuperar el aliento. En el interín, no quitaba la mirada de los ojos de Gūzen, sin conocer el peligro que se escondía en la negrura de sus pupilas.
—No... n-no lo sé —respondió, aún consternada—. t-traté de despertarte, pero...
Cof, cof!
»¿Quién es Aiko?
—No... n-no lo sé —respondió, aún consternada—. t-traté de despertarte, pero...
Cof, cof!
»¿Quién es Aiko?