19/01/2019, 20:19
Sin embargo, aunque pudiera parecer sospechoso, Datsue contempló en Urami un verdadero arrepentimiento. Con lo dicho no parecía querer jugar con el pobre Gūzen como bien lo había intentado durante su primera charla, en la cocina. ¿Entonces, por qué estaba ahí, ella; con el alma desnuda y aletargada por el sueño eterno al que se veía ella obligada a vivir en aquella mugrosa montaña?
—Y qué —dijo, sosteniendo ella la sábana con la que intentaba cubrirse Datsue, como si se tratase de un escudo de hierro a punto de detener una espada maciza y oxidada—. por mi madre no te preocupes, Soroku ha de estar haciéndola suya en estos momentos, en su habitación. Son amantes, ¿sabes? —otro arrastre. Sólo entonces Datsue comprendió que, después de tanto tiempo, tenía a una mujer con una sugerente bata de noche a su lado. Con el cuello rojo, con la respiración entrecortada, y con el rostro de un angel, susurrándole cantos gregorianos al oído—. y Furune-kun siempre ha estado celoso de ello. Cuando Soroku viene a visitar él nunca duerme en el Templo. ¿El resto? meros sirvientes que no se atreverían a interrumpir nuestro momento.
Le besó el cuello con aquel par de labios vírgenes.
—Y qué —dijo, sosteniendo ella la sábana con la que intentaba cubrirse Datsue, como si se tratase de un escudo de hierro a punto de detener una espada maciza y oxidada—. por mi madre no te preocupes, Soroku ha de estar haciéndola suya en estos momentos, en su habitación. Son amantes, ¿sabes? —otro arrastre. Sólo entonces Datsue comprendió que, después de tanto tiempo, tenía a una mujer con una sugerente bata de noche a su lado. Con el cuello rojo, con la respiración entrecortada, y con el rostro de un angel, susurrándole cantos gregorianos al oído—. y Furune-kun siempre ha estado celoso de ello. Cuando Soroku viene a visitar él nunca duerme en el Templo. ¿El resto? meros sirvientes que no se atreverían a interrumpir nuestro momento.
Le besó el cuello con aquel par de labios vírgenes.