19/01/2019, 22:45
«¡Lo sabía! ¡¡¡Lo sabía!!!», pensó, triunfal, cuando Urami le aseguró que su madre ahora mismo estaría con Soroku haciendo cosas más que indecentes. Aquella misma idea se le había pasado por la cabeza cuando les vio marchar juntos a la tarde, si bien no había intuido lo de Furune. Si Urami estaba en lo cierto, aquel hombre sabía esconder muy bien sus emociones y sus celos.
¿Era aquel el hilo del que debía tirar? ¿Era el motivo por el que Furune había traicionado a su maestra? ¿O es que pretendía, en realidad, asesinar a Soroku para quitarse la competencia de encima disimulándolo todo con un atraco al templo?
Sus pensamientos serios e importantes se vieron interrumpidos de pronto por un beso en el cuello que le hizo cosquillas y le arrancó los colores.
—U-urami… —se inclinó hacia atrás, apartándose un poco, sin saber muy bien cómo reaccionar. Sus ojos se encontraron con los de ella. Eran bonitos, sí. Pero no eran como los de Aiko. No te atravesaban el alma de parte en parte. No hacían que te perdieses en ellos y te olvidases del resto del mundo.
Aunque, ¿qué ojos lo hacían, si no eran los de ella? «Ninguno…» Y Datsue estaba harto de vivir así. De estar siempre triste, vagando como un alma en pena. Hanabi, Akame, todos le habían dicho que se olvidase de ella. Y él lo había intentado. Lo había intentado. Pero, cada vez que tenía una oportunidad con otra chica, se sentía sucio. Mal consigo mismo. La relación que había tenido con Aiko siempre había sido abierta en aquel aspecto, pero con ella sumergida bajo un lago…
¿Cómo disfrutar de ningún momento? ¿Cómo pasárselo bien mientras ella se ahogaba en un bucle infinito?
—Urami, yo… En cualquier otra circunstancia, no diría esto ni loco —le reconoció, esbozando una débil sonrisa mientras le apartaba un mechón suelto de la frente—. Me atraes muchísimo, en serio, pero esta pesadilla… Me ha traído viejos recuerdos y me ha dejado con muy mal cuerpo. Créeme cuando te digo que esta noche pasarías una noche muy decepcionante conmigo —se excusó, lo más suave y gentil posible, sin que sonase a rechazo. No por nada, Urami era la que mayor información útil le había dado para su misión. Más incluso que el propio Soroku. Ahora más que nunca, entendía que debía cuidarla. Hacer que estuviese contenta con él.
Por motivos estrictamente profesionales, por supuesto.
¿Era aquel el hilo del que debía tirar? ¿Era el motivo por el que Furune había traicionado a su maestra? ¿O es que pretendía, en realidad, asesinar a Soroku para quitarse la competencia de encima disimulándolo todo con un atraco al templo?
Sus pensamientos serios e importantes se vieron interrumpidos de pronto por un beso en el cuello que le hizo cosquillas y le arrancó los colores.
—U-urami… —se inclinó hacia atrás, apartándose un poco, sin saber muy bien cómo reaccionar. Sus ojos se encontraron con los de ella. Eran bonitos, sí. Pero no eran como los de Aiko. No te atravesaban el alma de parte en parte. No hacían que te perdieses en ellos y te olvidases del resto del mundo.
Aunque, ¿qué ojos lo hacían, si no eran los de ella? «Ninguno…» Y Datsue estaba harto de vivir así. De estar siempre triste, vagando como un alma en pena. Hanabi, Akame, todos le habían dicho que se olvidase de ella. Y él lo había intentado. Lo había intentado. Pero, cada vez que tenía una oportunidad con otra chica, se sentía sucio. Mal consigo mismo. La relación que había tenido con Aiko siempre había sido abierta en aquel aspecto, pero con ella sumergida bajo un lago…
¿Cómo disfrutar de ningún momento? ¿Cómo pasárselo bien mientras ella se ahogaba en un bucle infinito?
—Urami, yo… En cualquier otra circunstancia, no diría esto ni loco —le reconoció, esbozando una débil sonrisa mientras le apartaba un mechón suelto de la frente—. Me atraes muchísimo, en serio, pero esta pesadilla… Me ha traído viejos recuerdos y me ha dejado con muy mal cuerpo. Créeme cuando te digo que esta noche pasarías una noche muy decepcionante conmigo —se excusó, lo más suave y gentil posible, sin que sonase a rechazo. No por nada, Urami era la que mayor información útil le había dado para su misión. Más incluso que el propio Soroku. Ahora más que nunca, entendía que debía cuidarla. Hacer que estuviese contenta con él.
Por motivos estrictamente profesionales, por supuesto.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado