19/01/2019, 23:08
El silencio, en una mezcla de desconcierto y estupefacción dominaron el cuerpo de Urami. Apretó las manos y arrugó el entrecejo, pero ésta vez no era la respuesta de una chica caprichosa, sino de una confundida. Así de miserable era su vida que incluso cuando las oportunidades de sentir algo llegaban a entrar a los muros de su hogar, ésta le rechazaba. Como antes. Como siempre.
Una lágrima rodó por su mejilla, inerte y repleta de sentimientos. Una sola. Pero en el reflejo de aquella mísera gota se veía la falta de afecto, la soledad. En ese instante la lágrima se convirtió en el reflejo de su alma, triste y afligida.
—Está bien. Buena suerte mañana —sentenció, antes de levantarse y cubrirse entera con su bata. Para luego darse vuelta y perderse en el pasillo, cerrando la puerta tras sí.
Datsue quedó sólo, tal como así lo quería. Deseaba dormir, pero luego iba a darse cuenta de que coinciliar el sueño después de aquella tortura iba a ser difícil, casi que imposible. Entendió que, quizás, la compañía de Urami no hubiese sido tan mala después de todo.
Una lágrima rodó por su mejilla, inerte y repleta de sentimientos. Una sola. Pero en el reflejo de aquella mísera gota se veía la falta de afecto, la soledad. En ese instante la lágrima se convirtió en el reflejo de su alma, triste y afligida.
—Está bien. Buena suerte mañana —sentenció, antes de levantarse y cubrirse entera con su bata. Para luego darse vuelta y perderse en el pasillo, cerrando la puerta tras sí.
Datsue quedó sólo, tal como así lo quería. Deseaba dormir, pero luego iba a darse cuenta de que coinciliar el sueño después de aquella tortura iba a ser difícil, casi que imposible. Entendió que, quizás, la compañía de Urami no hubiese sido tan mala después de todo.