22/01/2019, 16:54
La cabeza de Ranko estalló. No literalmente, pero parecía que estaba a punto de hacerlo. Kazuma había sugerido que ella guiara la misión, o al menos la parte de los dos. La kunoichi comenzó a balbucear mientras apretaba sus brazos contra su estómago y se encogía de hombros, como si quisiera hacerse pequeñita.
De repente le dio la espalda al peliblanco y se llevó las manos a la cabeza.
”¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!”
—Y-y-yo n-n-no… No est-t-toy segura. —dijo quedamente, volteándose hacia él de nuevo, aunque con la mirada en el suelo. El que Kazuma hubiese dicho que contaba con ella le ponía un peso emocional muy grande sobre sus hombros emocionales.
”¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!”
—Pe-pe-pe-pero pu-puedo… Puedo in-in… —Los nervios la hacían tartamudear más que nunca, y temblaba ligeramente. Era su primera misión, nunca antes había formado parte de un equipo, y mucho menos había liderado a otros —. Intentarlo.
”¡Es parte del entrenamiento! ¡Sí! ¡Necesitas ejercer tu voluntad para poder ser una mejor shinobi! ¡Las leyendas no se hicieron leyendas tartamudeando! Creo… Bueno, el punto es que debes hacerte cargo. Tanto como te sea posible.”
Tragó saliva. A pesar de haber pensado de manera inspiradora, sus acciones seguían siendo tímidas. Respiró profundamente.
—No. L-lo haré. —Ranko no sonó decidida. Al contrario, su voz se quebró como si fuese a estallar en llanto.
Esperaría entonces a que Kazuma se pusiera de pie y comenzaría a “guiarlo”. Caminaría primero, luego aumentaría la velocidad hasta un trote ligero, yendo hacia el sur. Era un área no tan tupida como otras del bosque.
—Ka… Kazuma-san. ¿Po-podría ver sus…? Ah… ¿Notas? —La chica no recordaba todos los detalles acerca de las hierbas. Esperaría a que el peliblanco se las prestara antes de acelerar más o de cambiar dirección.
Mucho más al sur, ligeramente al suroeste, los hermanos Inuzuka habían elegido ignorar el aroma a tocino. Notarían que el olor se hacía suavemente más intenso de manera gradual, casi tan gradual como el cielo se torna oscuro al pasar de tarde a noche. No obstante, no alcanzaban a percibirlo de manera demasiado fuerte. Parecía que su sentido desarrollado del olfato jugaba taimadamente en su contra: no habrían captado tal olor a tal distancia sin él.
Conforme avanzaban rumbo a la urbe, los árboles se hacían más altos, los troncos más gruesos y los hongos sobre éstos más voluminosos. No estaba demasiado lejos de Tane-Shigai, pero aún le haría falta mucho camino.
Etsu se daría cuenta de que el olor perdía fuerza lentamente. Quien sea que hubiese estado friendo tocino, había quedado atrás. Curiosamente, el chico no había percibido aquel característico e igualmente delicioso sonido que desprende la carne contra el aceite.
De repente, sintió algo familiar en su nariz. Un levísimo rastro dulce y amargo: la esencia de la taidonka, o al menos eso parecía. Era ínfimo, pero, al haber estado expuesto a él recientemente, lo reconocería. Tendría que detenerse un momento para olfatear bien. Si lo hacía, notaría que provenía del sur-sureste. Tendría que girar un poco hacia la izquierda, alejándose unos grados de la dirección hacia Tane-Shigai, más hacia el corazón del Bosque de Hongos.
De repente le dio la espalda al peliblanco y se llevó las manos a la cabeza.
”¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!”
—Y-y-yo n-n-no… No est-t-toy segura. —dijo quedamente, volteándose hacia él de nuevo, aunque con la mirada en el suelo. El que Kazuma hubiese dicho que contaba con ella le ponía un peso emocional muy grande sobre sus hombros emocionales.
”¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!”
—Pe-pe-pe-pero pu-puedo… Puedo in-in… —Los nervios la hacían tartamudear más que nunca, y temblaba ligeramente. Era su primera misión, nunca antes había formado parte de un equipo, y mucho menos había liderado a otros —. Intentarlo.
”¡Es parte del entrenamiento! ¡Sí! ¡Necesitas ejercer tu voluntad para poder ser una mejor shinobi! ¡Las leyendas no se hicieron leyendas tartamudeando! Creo… Bueno, el punto es que debes hacerte cargo. Tanto como te sea posible.”
Tragó saliva. A pesar de haber pensado de manera inspiradora, sus acciones seguían siendo tímidas. Respiró profundamente.
—No. L-lo haré. —Ranko no sonó decidida. Al contrario, su voz se quebró como si fuese a estallar en llanto.
Esperaría entonces a que Kazuma se pusiera de pie y comenzaría a “guiarlo”. Caminaría primero, luego aumentaría la velocidad hasta un trote ligero, yendo hacia el sur. Era un área no tan tupida como otras del bosque.
—Ka… Kazuma-san. ¿Po-podría ver sus…? Ah… ¿Notas? —La chica no recordaba todos los detalles acerca de las hierbas. Esperaría a que el peliblanco se las prestara antes de acelerar más o de cambiar dirección.
Mucho más al sur, ligeramente al suroeste, los hermanos Inuzuka habían elegido ignorar el aroma a tocino. Notarían que el olor se hacía suavemente más intenso de manera gradual, casi tan gradual como el cielo se torna oscuro al pasar de tarde a noche. No obstante, no alcanzaban a percibirlo de manera demasiado fuerte. Parecía que su sentido desarrollado del olfato jugaba taimadamente en su contra: no habrían captado tal olor a tal distancia sin él.
Conforme avanzaban rumbo a la urbe, los árboles se hacían más altos, los troncos más gruesos y los hongos sobre éstos más voluminosos. No estaba demasiado lejos de Tane-Shigai, pero aún le haría falta mucho camino.
Etsu se daría cuenta de que el olor perdía fuerza lentamente. Quien sea que hubiese estado friendo tocino, había quedado atrás. Curiosamente, el chico no había percibido aquel característico e igualmente delicioso sonido que desprende la carne contra el aceite.
De repente, sintió algo familiar en su nariz. Un levísimo rastro dulce y amargo: la esencia de la taidonka, o al menos eso parecía. Era ínfimo, pero, al haber estado expuesto a él recientemente, lo reconocería. Tendría que detenerse un momento para olfatear bien. Si lo hacía, notaría que provenía del sur-sureste. Tendría que girar un poco hacia la izquierda, alejándose unos grados de la dirección hacia Tane-Shigai, más hacia el corazón del Bosque de Hongos.
Pensamientos (Plum) ✧ Diálogos (PaleVioletRed)