26/01/2019, 20:16
(Última modificación: 26/01/2019, 20:18 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
El aprendiz cogió el hacha y la inspeccionó, de arriba a abajo.
El hierro superior era frío al tacto, brillante y tan filoso como debía esperarse de un arma similar. Su dedo se deslizó hasta la cabeza, donde el ojo delataba el agujero donde encastraba el mango de madera, sostenido por una espiga. Al descender, Datsue comprobó que la paleta estaba hecha de una madera común, lijada, tallada y barnizada. Su tamaño, sin embargo, discrepaba de los gustos de algún bárbaro del País del Hierro. Era pequeña y tan liviana que incluso Datsue, que no era un tipo demasiado fuerte físicamente, pudo blandirla con bastante destreza y darle un par de agites como si se tratase de un cuchillo.
Eso se debía, quizás, al compuesto de la madera. Unas tenían mayor contenido en su cuerpo que otras, con lo cual, podían astillarse qué o cuál más rápido dependiendo de su uso. La cabeza, también, no parecía hinchada de hierro. Tenía una estructura argonómica que postraba todo el peso en la parte posterior del metal y que iba haciéndose más fino bien fuera descendiendo hasta el filo.
Datsue recordó entonces haber escuchado de algún herrero, alguna vez, que cada arma era única y que nunca servían para un mismo propósito. Antes no pareció ser más que una frase trillada del oficio, pero ahora... ahora debía tener algún significado para él.
Y tal vez, sólo tal vez, ahí estuviese el quid de la primera prueba.
El hierro superior era frío al tacto, brillante y tan filoso como debía esperarse de un arma similar. Su dedo se deslizó hasta la cabeza, donde el ojo delataba el agujero donde encastraba el mango de madera, sostenido por una espiga. Al descender, Datsue comprobó que la paleta estaba hecha de una madera común, lijada, tallada y barnizada. Su tamaño, sin embargo, discrepaba de los gustos de algún bárbaro del País del Hierro. Era pequeña y tan liviana que incluso Datsue, que no era un tipo demasiado fuerte físicamente, pudo blandirla con bastante destreza y darle un par de agites como si se tratase de un cuchillo.
Eso se debía, quizás, al compuesto de la madera. Unas tenían mayor contenido en su cuerpo que otras, con lo cual, podían astillarse qué o cuál más rápido dependiendo de su uso. La cabeza, también, no parecía hinchada de hierro. Tenía una estructura argonómica que postraba todo el peso en la parte posterior del metal y que iba haciéndose más fino bien fuera descendiendo hasta el filo.
Datsue recordó entonces haber escuchado de algún herrero, alguna vez, que cada arma era única y que nunca servían para un mismo propósito. Antes no pareció ser más que una frase trillada del oficio, pero ahora... ahora debía tener algún significado para él.
Y tal vez, sólo tal vez, ahí estuviese el quid de la primera prueba.