30/01/2019, 20:22
—Oh, no, no —negó, sin coger el perro por petición de Hanabi—. La responsabilidad del nombre corresponde a Eri y Nabi, cuando me lo regalaron por mi ascenso. —De ser por él, le hubiese puesto Matakanes, o algún nombre del estilo, agresivo y molón a partes iguales.
Lo cierto era que había terminado cogiéndole cariño. Tenía sus partes malas, claro, la sangría que provocaba en su bolsillo un animal tan pequeño era alucinante. Vacunas, peluquero —oh, sí, a Datsuse le encantaba ir al peluquero a ponerse mono—, comida… El malnacido no quería comer otra cosa que no fuese el pienso más caro de la tienda. «Un sibarita, es lo que es». Pero al menos le hacía compañía. Y, en aquellos tiempos, se notaba y mucho.
—Claro, pase… —¿Algo serio? Datsue todavía seguía dándole vueltas a lo que podía ser. ¿Alguna jugarreta del pasado? ¿Su pequeño compromiso con Soroku, famoso herrero portador del Estandarte del Hierro? ¿Y si no, qué?—. Ehm… Disculpe el desorden. Normalmente suele estar más… ehm… presentable.
Hanabi accedió a un comedor-salón, con el fregadero —a la izquierda—, lleno de una pila de platos sin lavar. La mesa estaba algo más presentable, con cuatro sillas alrededor —dos a cada lado—, y el salón…
Bueno, digamos que el salón, compuesto por un sofá grande y otro pequeño, una mesita circular y una pequeña televisión al frente, podía estar más limpia. Polvo acumulado en la estantería, bolsas de snacks vacías, alguna zapatilla y calcetín suelto tirado de cualquier manera...
El Uchiha corrió a abrir las cortinas del gran ventanal para que al menos entrase algo de luz.
—Por favor, siéntese —pidió, ofreciéndole una silla junto a la mesa de la cocina—. ¿Quiere tomar algo? Té rojo, té blanco, té verde… —empezó a sugerir, sin saber muy bien qué era lo que solía tomar.
Lo cierto era que había terminado cogiéndole cariño. Tenía sus partes malas, claro, la sangría que provocaba en su bolsillo un animal tan pequeño era alucinante. Vacunas, peluquero —oh, sí, a Datsuse le encantaba ir al peluquero a ponerse mono—, comida… El malnacido no quería comer otra cosa que no fuese el pienso más caro de la tienda. «Un sibarita, es lo que es». Pero al menos le hacía compañía. Y, en aquellos tiempos, se notaba y mucho.
—Claro, pase… —¿Algo serio? Datsue todavía seguía dándole vueltas a lo que podía ser. ¿Alguna jugarreta del pasado? ¿Su pequeño compromiso con Soroku, famoso herrero portador del Estandarte del Hierro? ¿Y si no, qué?—. Ehm… Disculpe el desorden. Normalmente suele estar más… ehm… presentable.
Hanabi accedió a un comedor-salón, con el fregadero —a la izquierda—, lleno de una pila de platos sin lavar. La mesa estaba algo más presentable, con cuatro sillas alrededor —dos a cada lado—, y el salón…
Bueno, digamos que el salón, compuesto por un sofá grande y otro pequeño, una mesita circular y una pequeña televisión al frente, podía estar más limpia. Polvo acumulado en la estantería, bolsas de snacks vacías, alguna zapatilla y calcetín suelto tirado de cualquier manera...
El Uchiha corrió a abrir las cortinas del gran ventanal para que al menos entrase algo de luz.
—Por favor, siéntese —pidió, ofreciéndole una silla junto a la mesa de la cocina—. ¿Quiere tomar algo? Té rojo, té blanco, té verde… —empezó a sugerir, sin saber muy bien qué era lo que solía tomar.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado