1/02/2019, 19:41
—¿Tanto le gustaba el orden? —preguntó Datsue.
—¿Que si le gustaba? ¿Que si le gustaba? —repitió Hanabi—. Es como preguntarle a un Akimichi que si le gusta comer. Si veía un lápiz torcido encima de la mesa, lo giraba para ponerlo recto. Si te presentabas con la ropa arrugada en el despacho, curiosamente ese día estaba de peor humor. ¡Mira! Un día nos envió a una misión que consistía en... ¡consistía en pintar un pilar del parque de color rojo sólo porque al lado opuesto había otro que estaba pintado de otro color! Se ve que pasó por ahí y le molestó... —relató Hanabi.
—Estoy pensando en mudarme, ¿sabe? Este apartamento estaba bien para un Genin recién salido de la Academia, pero ahora… Estoy mirando casas cerca de la playa, con un pequeño jardín para Datsuse. Estoy esperando a encontrar… la oferta adecuada.
Hanabi miró a su alrededor. A él no le parecía una casa pequeña para nada, y menos para una persona soltera y con un perro. Claro que...
—¿Azúcar? —preguntó Datsue.
—Oh, sí, por favor. Dos cucharadas —le contestó—. Pues está bien eso, porque... la casa se va a quedar un poco pequeña para una pareja y un perro. ¿Sabes? —Sonrió. Miró a Datsue a los ojos. Se deleitó en su reacción.
—¿Que si le gustaba? ¿Que si le gustaba? —repitió Hanabi—. Es como preguntarle a un Akimichi que si le gusta comer. Si veía un lápiz torcido encima de la mesa, lo giraba para ponerlo recto. Si te presentabas con la ropa arrugada en el despacho, curiosamente ese día estaba de peor humor. ¡Mira! Un día nos envió a una misión que consistía en... ¡consistía en pintar un pilar del parque de color rojo sólo porque al lado opuesto había otro que estaba pintado de otro color! Se ve que pasó por ahí y le molestó... —relató Hanabi.
—Estoy pensando en mudarme, ¿sabe? Este apartamento estaba bien para un Genin recién salido de la Academia, pero ahora… Estoy mirando casas cerca de la playa, con un pequeño jardín para Datsuse. Estoy esperando a encontrar… la oferta adecuada.
Hanabi miró a su alrededor. A él no le parecía una casa pequeña para nada, y menos para una persona soltera y con un perro. Claro que...
—¿Azúcar? —preguntó Datsue.
—Oh, sí, por favor. Dos cucharadas —le contestó—. Pues está bien eso, porque... la casa se va a quedar un poco pequeña para una pareja y un perro. ¿Sabes? —Sonrió. Miró a Datsue a los ojos. Se deleitó en su reacción.