5/02/2019, 18:11
No ocurría demasiado. O sí.
Había una mesita diminuta. El único mueble en todo el jodido galpón.
Dos sillas.
Y dos personas.
Charlaban entre ellos. Uno era un gordo llamado Shoberu. No lucía para nada borracho, y fue entonces cuando Datsue se dio cuenta de que de haber tenido el jodido sharingan encendido se habría dado cuenta de, al menos, una mentira en toda la negociación. Por algo había fingido irse hinchado de alcohol, ¿no?
A su lado, al menos siete guaruras repartidos en puntos estratégicos. Uno veía la luna a través del inmenso tragaluz.
Al otro lado, estaba Urami. Atada de manos al asiento y también los tobillos con una soga. Charlaban, pero para Datsue era imposible oír el contenido de la conversación.
Había una mesita diminuta. El único mueble en todo el jodido galpón.
Dos sillas.
Y dos personas.
Charlaban entre ellos. Uno era un gordo llamado Shoberu. No lucía para nada borracho, y fue entonces cuando Datsue se dio cuenta de que de haber tenido el jodido sharingan encendido se habría dado cuenta de, al menos, una mentira en toda la negociación. Por algo había fingido irse hinchado de alcohol, ¿no?
A su lado, al menos siete guaruras repartidos en puntos estratégicos. Uno veía la luna a través del inmenso tragaluz.
Al otro lado, estaba Urami. Atada de manos al asiento y también los tobillos con una soga. Charlaban, pero para Datsue era imposible oír el contenido de la conversación.