5/02/2019, 21:47
La mente era un músculo asombroso. Aquella reacción fue la viva imagen de lo que puede hacer alguien cuando junta dos neuronas y las pone a maquinar. Así fue que Uchiha Datsue decidió hacer uso de la herramienta que en sus aventuras se le venía haciendo cada vez más útil, y eso eran los Kage bunshin. Los Kage bunshin, sin embargo, a veces se convertían en un arma de doble filo que se tornaba cada vez más aserrada con cada clon adicional que el ninja estuviera dispuesto a crear. El gasto de chakra era abrupto y aún así, equiparable con la utilidad de la técnica.
Luego vino la estrategia. Cuatro Datsues se dividieron las tareas y atacaron. La explosión de luz tomó por sorpresa a todos los presentes y obligó a los presentes a estrugarse los ojos. No supo que sus tres ataques habían tenido éxito hasta que apuntó a Furune, aunque por más que quisiera ver a Shoberu, no podía porque lo tenía a la espalda.
—¡¿P-pero qué?! ¿Guzen? eres un jodido ni... nin...!
—¡Mátalo, Guzen-kun! —soltó Urami, forcejeando con la silla al punto de que dobló una pata y cayó como una torre hacia uno de los costados.
Shoberu empezó a correr protegido por los cuatro guardias restantes, que aunque bien eran ciudadanos comunes, llevaban armas. Uno de ellos apretó un botón y...
Wiiiiiiiiiiiiiiiiiuuuuuuuuuuuu wiiiiiiiiiiiuuuuuuuuuuuuu eran los gritos ahogados de una sirena de emergencia. Aunque daba la sensación de que era también un llamado a los refuerzos de la ciudad. Notsuba estaba plagada de guardias, y Shiboru era un ciudadano insigne.
Luego vino la estrategia. Cuatro Datsues se dividieron las tareas y atacaron. La explosión de luz tomó por sorpresa a todos los presentes y obligó a los presentes a estrugarse los ojos. No supo que sus tres ataques habían tenido éxito hasta que apuntó a Furune, aunque por más que quisiera ver a Shoberu, no podía porque lo tenía a la espalda.
—¡¿P-pero qué?! ¿Guzen? eres un jodido ni... nin...!
—¡Mátalo, Guzen-kun! —soltó Urami, forcejeando con la silla al punto de que dobló una pata y cayó como una torre hacia uno de los costados.
Shoberu empezó a correr protegido por los cuatro guardias restantes, que aunque bien eran ciudadanos comunes, llevaban armas. Uno de ellos apretó un botón y...
Wiiiiiiiiiiiiiiiiiuuuuuuuuuuuu wiiiiiiiiiiiuuuuuuuuuuuuu eran los gritos ahogados de una sirena de emergencia. Aunque daba la sensación de que era también un llamado a los refuerzos de la ciudad. Notsuba estaba plagada de guardias, y Shiboru era un ciudadano insigne.