9/02/2019, 22:03
(Última modificación: 9/02/2019, 22:07 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Joder, justo lo que le había dicho a Soroku, cuando por primera vez le había comentado sobre la misión. Había dejado entrever que quizá el maestresala estuviese harto, cansado por no ver valorado su trabajo. Había resultado ser eso, y mucho más.
Con la teoría de que fuesen las hijas, en cambio, había errado. Y por mucho.
Fue una suerte que Furune decidiese suicidarse, porque el Uchiha estaba a punto de cortarle la cabeza él mismo. Una vida menos que cargaría sobre sus hombros. Y es que, ¿acaso los motivos de Furune no eran también justos? Lo que Nahana estaba haciendo era, desde luego, una traición mayor. ¿Moralmente aceptable? Quizá. No sabía lo suficiente de la política de aquel país como para posicionarse claramente en un bando u otro.
—¡Arriba, Urami! —exclamó, una vez le quitó los amarres—. ¡Hay que salir cagando leches de aquí!
Mientras tanto, los clones seguían a lo suyo. Habían matado a un guardia, pero otros dos se le resistían. El clon que quedó libre ayudó a otro, haciendo el clásico sándwich y atacando por la espalda al guardia. Un tajo horizontal, a la altura del cuello, cual guillotina.
Liberados, estos dos irían a por el tercero, rodeándole y cosiéndole a tajos.
El cuarto clon aguardó. Aguardó y aguardó. Aguardó hasta que oyó los pasos precipitándose sobre la puerta. Flexionó las rodillas. Apuntó con la punta de la katana la entrada. Y cuando esta se abrió…
¡Fiuss!
Empaló el primer cuerpo que pasó como si se tratase de un trío de dangos.
—¡Vas a respondernos a unas preguntas, hijo de puta! —exclamaron los clones. Pero no iba a ser allí. La guardia debía estar al caer. Tenían que huir.
Datsue se acercó corriendo, extrayendo de la nuca una tela. Deshizo entonces a todos los clones menos uno —el que había estado aguardando fuera—, y tiró la tela en dirección a Shoberu, manejándolas para que le envolviesen y colocando una etiqueta de sellado sobre él.
Acto seguido, selló aquellas grandes telas de vuelta a su nuca, gracias al Ippan no Fūinjutsu.
—¡Ahora sí, nos vamos! —exclamó a Urami—. ¡Tú! —gritó a su clon—. ¡Ve al hotel a por Kitana!
Su plan era sencillo: escabullirse con Urami de la ciudad, antes de que la guardia llegase; y enviar al clon de vuelta al hotel, saltando primero por encima de los galpones para no ser visto.
Con la teoría de que fuesen las hijas, en cambio, había errado. Y por mucho.
Fue una suerte que Furune decidiese suicidarse, porque el Uchiha estaba a punto de cortarle la cabeza él mismo. Una vida menos que cargaría sobre sus hombros. Y es que, ¿acaso los motivos de Furune no eran también justos? Lo que Nahana estaba haciendo era, desde luego, una traición mayor. ¿Moralmente aceptable? Quizá. No sabía lo suficiente de la política de aquel país como para posicionarse claramente en un bando u otro.
—¡Arriba, Urami! —exclamó, una vez le quitó los amarres—. ¡Hay que salir cagando leches de aquí!
Mientras tanto, los clones seguían a lo suyo. Habían matado a un guardia, pero otros dos se le resistían. El clon que quedó libre ayudó a otro, haciendo el clásico sándwich y atacando por la espalda al guardia. Un tajo horizontal, a la altura del cuello, cual guillotina.
Liberados, estos dos irían a por el tercero, rodeándole y cosiéndole a tajos.
El cuarto clon aguardó. Aguardó y aguardó. Aguardó hasta que oyó los pasos precipitándose sobre la puerta. Flexionó las rodillas. Apuntó con la punta de la katana la entrada. Y cuando esta se abrió…
¡Fiuss!
Empaló el primer cuerpo que pasó como si se tratase de un trío de dangos.
—¡Vas a respondernos a unas preguntas, hijo de puta! —exclamaron los clones. Pero no iba a ser allí. La guardia debía estar al caer. Tenían que huir.
Datsue se acercó corriendo, extrayendo de la nuca una tela. Deshizo entonces a todos los clones menos uno —el que había estado aguardando fuera—, y tiró la tela en dirección a Shoberu, manejándolas para que le envolviesen y colocando una etiqueta de sellado sobre él.
Acto seguido, selló aquellas grandes telas de vuelta a su nuca, gracias al Ippan no Fūinjutsu.
—¡Ahora sí, nos vamos! —exclamó a Urami—. ¡Tú! —gritó a su clon—. ¡Ve al hotel a por Kitana!
Su plan era sencillo: escabullirse con Urami de la ciudad, antes de que la guardia llegase; y enviar al clon de vuelta al hotel, saltando primero por encima de los galpones para no ser visto.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado