9/02/2019, 22:45
«Oh, mierda»
No fue hasta llegar hasta la habitación, que se dio cuenta que no tenía llaves. Su original no se las había pasado. Tampoco tenía ganzúas, y recordaba perfectamente cómo había cerrado con llave al salir.
Probó a llamar a la puerta, pese a que sabía que sería un milagro que Kitana, dormida y anestesiada por el alcohol, le oyese.
Así pues, de no oír nada al otro lado, regresaría sobre sus pasos saliendo del hotel. Entonces, buscó algún callejón en el que esconderse y no ser visto. Allí realizó el Henge no Jutsu, y volvió de nuevo al hotel.
Subió por las escaleras. Aguardó un minuto. Bajó.
—¡Hola! —saludó, alegre, al recepcionista. El chico vería el vivo retrato de Urami en él—. No hay quien despierte a mi hermana, y yo no tengo las llaves conmigo. ¿Podrías dejarme las copias de las de mi habitación para entrar? —preguntó, con cara de pena.
Datsue había decidido coger de la mano a Urami y correr a todo lo que daban las piernas de ella, alejándose de los galpones y de la jodida ciudad. El Sharingan, todavía brillando en su mirada, atento al terreno. Aquel país era famoso precisamente por estar plagado de acantilados por donde menos te lo esperabas.
—Eh, Soroku —habló, mientras activaba el sello de la Hermandad que les unía—. Tengo que hablar contigo. ¡Ya! —le avisó, por si estaba en compañía indeseada. Le daría un par de minutos para que se quedase solo. Mientras tanto, aprovechó para hablar con Urami—. Urami, necesito que me cuentes qué está pasando. ¿Por qué te secuestraron? ¿Qué querían de ti? ¿Quién coño es Kaike?
No fue hasta llegar hasta la habitación, que se dio cuenta que no tenía llaves. Su original no se las había pasado. Tampoco tenía ganzúas, y recordaba perfectamente cómo había cerrado con llave al salir.
Probó a llamar a la puerta, pese a que sabía que sería un milagro que Kitana, dormida y anestesiada por el alcohol, le oyese.
Así pues, de no oír nada al otro lado, regresaría sobre sus pasos saliendo del hotel. Entonces, buscó algún callejón en el que esconderse y no ser visto. Allí realizó el Henge no Jutsu, y volvió de nuevo al hotel.
Subió por las escaleras. Aguardó un minuto. Bajó.
—¡Hola! —saludó, alegre, al recepcionista. El chico vería el vivo retrato de Urami en él—. No hay quien despierte a mi hermana, y yo no tengo las llaves conmigo. ¿Podrías dejarme las copias de las de mi habitación para entrar? —preguntó, con cara de pena.
• • •
Datsue había decidido coger de la mano a Urami y correr a todo lo que daban las piernas de ella, alejándose de los galpones y de la jodida ciudad. El Sharingan, todavía brillando en su mirada, atento al terreno. Aquel país era famoso precisamente por estar plagado de acantilados por donde menos te lo esperabas.
—Eh, Soroku —habló, mientras activaba el sello de la Hermandad que les unía—. Tengo que hablar contigo. ¡Ya! —le avisó, por si estaba en compañía indeseada. Le daría un par de minutos para que se quedase solo. Mientras tanto, aprovechó para hablar con Urami—. Urami, necesito que me cuentes qué está pasando. ¿Por qué te secuestraron? ¿Qué querían de ti? ¿Quién coño es Kaike?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado