9/02/2019, 23:57
Al otro lado, al... otro extremo de Oonindo, un hombre desolado y angustiado apretaba los puños mientras oía la voz que emergía del sello. Las piernas le temblaban. La cara y su quemadura, por primera vez en mucho tiempo, le ardía. Le ardía de rabia e impotencia. De la más pura ira.
Soroku gritó al cielo nocturno. Los Herreros presenció el rugido gutural de un león al que le arrebatan a sus cachorros.
Y sin poder hacer absolutamente nada. Sólo sintiendo. Sólo pensando.
El rostro de Urami era el de un fanático de la historia ninja tratando de entender los pasajes de Rikudou Sennin. Lo único verídico y natural fue el palpable miedo que poseyó su cuerpo y mente en cuanto escuchó el mensaje de Datsue para Soroku. Toda su vida estaba en peligro. Su madre, su hermana... el legado del que tanto había tratado de huir.
Por primera vez en mucho tiempo realmente se sentía como una Tākoizu. Una mala elección, dada la situación.
Formas de quitarle una borrachera a alguien, versión Datsue: soltándole la posibilidad de que maten a su madre.
—No me jodas, Gūzen. No me jodas —estaba claro, al principio no lo creyó del todo—. espera, ¿hablas en serio?... como es que tú... ¿dónde está Urami? ¡OH DIOS, MI MADRE, OH DIOS!
Pánico. El más puro pánico la invadió.
Mal para Datsue el bunshin. Ahora tendría que llevar a otra jodida mujer en crisis a cuestas.
Soroku gritó al cielo nocturno. Los Herreros presenció el rugido gutural de un león al que le arrebatan a sus cachorros.
Y sin poder hacer absolutamente nada. Sólo sintiendo. Sólo pensando.
«Por favor Datsue, por lo que más quieras... Sálvalas.»
. . .
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El rostro de Urami era el de un fanático de la historia ninja tratando de entender los pasajes de Rikudou Sennin. Lo único verídico y natural fue el palpable miedo que poseyó su cuerpo y mente en cuanto escuchó el mensaje de Datsue para Soroku. Toda su vida estaba en peligro. Su madre, su hermana... el legado del que tanto había tratado de huir.
Por primera vez en mucho tiempo realmente se sentía como una Tākoizu. Una mala elección, dada la situación.
. . .
Formas de quitarle una borrachera a alguien, versión Datsue: soltándole la posibilidad de que maten a su madre.
—No me jodas, Gūzen. No me jodas —estaba claro, al principio no lo creyó del todo—. espera, ¿hablas en serio?... como es que tú... ¿dónde está Urami? ¡OH DIOS, MI MADRE, OH DIOS!
Pánico. El más puro pánico la invadió.
Mal para Datsue el bunshin. Ahora tendría que llevar a otra jodida mujer en crisis a cuestas.